YURI

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En estos momentos podría estar en casa, junto a mis dos hijos, completamente tranquilo, pero no, estaba en la prisión Wakefield de Inglaterra, trabajando a altas horas de la noche, parecía que este día nunca iba a terminar, ni este caso, había trabajado por meses para encontrar a este asesino serial y sin embargo aún tenía que hablar con él, analizarlo, estudiarlo y acomodar carpetas de la investigación.

Robert Gacy, asesino serial, asesino por lo menos a veinte personas en su mayoría niños de familias de clase media, un maldito pedófilo, que escapo de la justicia por más de veinte años, la policía no relacionaba los casos, porque lo consideraba poco probable, eso dejo que Robert siguiera actuando por años, no solo era un asesino y un pedófilo también era un caníbal.

El día que tome su caso, estaba en casa, nuestros hijos estaban jugando en el patio, Mihael jugaba a ser futbolista y Nate, Nate estaba tranquilo armando un rompecabezas, ambos eran tan diferentes tan únicos, Nate se parecía tanto a su padre a excepción del cabello blanco, cuando dormía parecía un gato, un gatito blanco, mientras que Mihael, él era un reflejo de mí, más impulsivo, atrevido, pero era un niño feliz, ambos lo eran, una ventaja de la cual yo no había disfrutado. Estaba tomando café viéndolos jugar por la ventana. Esa mañana había despertado de un sueño, pesadilla, no sabía cómo describirla, recordaba que era un funeral pues llevaba ropa negra tono que no suelo usar, recuerdo que estaba soleado, intentaba recordar de quien era el funeral mientras los veía jugar tan tranquilos, ¿ellos estaban a mi lado?, ¿Elle estaba con nosotros?, no lo recuerdo, pensaba en ello mientras jugueteaba con mi anillo de casado, un anillo con un diamante negro en la punta.

En ese momento entro Roger por la puerta sacándome abruptamente de mis pensamientos, el sucesor de Watari un hombre mayor, llevaba varias carpetas amarillas en las manos intentando evitar que se le cayesen, de inmediato fui en su ayuda.

- Déjame ayudarte Roger- dije mientras tomaba las carpetas- ¿Qué es todo esto Roger? - pregunté intrigado mientras las colocaba sobre la mesa del comedor.

-Son de Londres- dijo mientras las dejaba caer sobre la mesa- Watari llamo, dijo que Londres había solicitado la ayuda de L para este caso- dijo señalando las carpetas- pero en vista de la situación Watari les informo que te pasaría el caso a ti a Y- dijo como si no fuese la gran cosa.

-Ya veo- dije mientras abría una de las carpetas- y son de diferentes casos o...

-De uno solo- dijo Roger- Londres no ha podido cerrar este caso en años y creo que están desesperados.

-Genial- dije sin mucho ánimo- empezare de inmediato- comente mientras acomodaba las carpetas un poco más en orden- por cierto, ¿Watari te dijo algo más?,¿algo sobre L?

-No, no me dijo nada- aseguro mientras se sentaba en una de las sillas del comedor- ¿aún no te ha llamado?

-No aun no- confesé mientras lo observaba- pero lleva menos de una semana en el caso de ira, y no suele llamarme muy a menudo cuando está en un caso, ya sabes cuando tiene que fingir ser el L solitario- dije quitándole importancia.

Habían pasado cuatro meses desde que tome el caso y al fin tenia al culpable tras las rejas, ahora faltaba la parte más complicada de todo esto, hablar con él, hacer que confesara sus crímenes, y de un modo u otro meterme más en su cabeza lo cual realmente odiaba. Recosté mi cabeza contra la pared de la prisión esperando a que los policías me dicen luz verde para poder entrar con el "Destripador de Londres", en esos momentos solo esperaba que la niñera que había contratado pudiese cuidar de los torbellinos que tenía por hijos.

Después de varias horas había logrado su confesión, varias de hecho, pero debido a que casi amanecía y ya me había hartado de su presencia decidí dejar el interrogatorio hasta allí por el momento.

- ¿Ira a mi ejecución, agente? - pregunto Robert de manera complaciente con aquella voz calmada y paciente.

Me gire hacia él y lo observe, no era la gran cosa un hombre de casi  cincuenta años, bajo de estatura, pero sin duda más alto que yo, un hombre común, blanco con ojos cafés algo juntos. Me miraba, me analizaba tanto como yo, no había mostrado interés en mi ni en mi presencia hasta que le revele que había sido yo quien lo había encontrado eso denoto su interés de inmediato, para alguien tan letrado como el, un médico psicoanalista el hecho de haber sido capturado por alguien mucho menor que él y que hubiese desarmado su plan "perfecto" le causaba intriga.

-Suelo ir a las ejecuciones de todos los asesinos a los que atrapo- dije calmadamente mientras sostenía una carpeta en mi mano- así que he de suponer que sí.

-Es usted un hombre interesante- afirmo sonriendo de manera lenta- ¿le gusta ver a gente morir, Agente, William Johnson? - pregunto, solo había cuatro persona que conocían mi verdadero nombre, había usado un nombre falso desde que empecé esta nueva vida- ¿o solo a quienes captura con tanta gracia e inteligencia? - pregunto sin dejar de sonreírme de manera sádica.

-No me gusta ver morir a nadie- exprese de manera neutral- ni siquiera a los sádicos como usted.

- ¿Entonces porque lo hace? - pregunto intrigado inclinándose sobre la mesa metálica haciendo tintinear sus cadenas.

-Usted ha asesinado a muchas personas- afirme acercándome a la mesa- y por eso cree que sabe lo que se siente morir, cree que no tendrá miedo el día de su muerte, que el miedo a morir es cobarde, sin embargo, cuando el día llegue tendrá miedo, demasiado- afirme mientras me acercaba a el- es algo natural y no podrá eliminarlo. Morir da miedo Robert todos agradeceremos ver un rostro conocido antes de morir.

El alzo la vista para desviar la mirada rápidamente, después de eso salí de aquel cuarto. 

¿ y si?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora