YURI

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Había soñado como todas las noches, siempre sueño, desde hace dos años, siempre sueño con el, lo sueños varían, nunca es el mismo, son recuerdos del pasado, anhelos de poder haber tenido una vida larga junto a el, siempre supe que nuestros trabajos eran peligrosos, incluso si el no mostraba el rostro, siempre supimos que solo hacia falta un indicio de su vida para que alguien lo encontrara, para que nos  encontraran, habíamos eliminado todo registro de nosotros, al menos lo mejor que pudimos, nos convertimos en fantasmas por estos trabajos, si bien era cierto que yo tomaba casos de campo, que me exponían, esto únicamente se debía a que odiaba que otros arriesgaran la vida por mi, esta noche soñé sobre nuestro primer encuentro, la primera vez que conocía a L, personalmente.

Tenia 18 años, aunque en mi credencial de la CIA ponía 21 años, fue fácil despistar al FBI y a la CIA para hacerles creer que tenia mas edad de la que realmente tenia, a pesar de mi edad ya había resuelto varios casos, el caso que me unió a L fue el caso de los Traficantes Europeos, la CIA se había quedado sin opciones y decidieron llamarle, pedirle ayuda, como niños que no sabían que hacer, en cuanto lo llamaron el orgullo de la CIA cayo por los suelos, la verdad a mi no me importaba el orgullo de una institución, me daba igual, yo solo quería la verdad, yo quería justicia, no me negué a trabajar con L, incluso cuando varios agentes si lo hicieron, no confiaban en una computadora, en alguien que estaba a kilómetros cuyo nombre y rostro no conocían, a mi me daba igual siempre y cuando el, L, nos llevara hasta la justicia, y así lo hizo. Después del caso de los Traficantes, L, solicito mi ayuda en otros casos, fueron dos años de tratar con el por medio de una computadora y teléfonos seguros, siempre con filtros de voz, sin embargo no me importaba, L no cuestionaba mi edad, de echo poco o nada le importaba, tomaba en cuenta mis observaciones y deducciones, yo era su agente de campo predilecto, y en innumerables ocasiones me metí en muchos pero muchos problemas con tal de llegar hasta el final, estuve cerca de morir múltiples veces, me arrestaron en varios paises, no me arrepiento de nada. Entonces un día, L, quiso verme, creí que nos veríamos como de costumbre, con el computador y la pantalla en blanco salvo por la letra que lo caracterizaba, pero en su lugar me envió una dirección de un café, cerca del centro de Virginia que era donde vivía en ese entonces, porque quedaba mas cerca del pentágono,  lo primero que pensé no fue en emocionarme por conocer a L en persona por primera vez, era un agente de campo, quien me había echo de varios enemigos, obviamente pensé que era una trampa.

Ese día de invierno salí de mi departamento, vestido como comúnmente lo hago, de blanco, sin duda soy  un compulsivo con eso, y un arma cargada oculta solamente por mi saco, la invitación era a las siete de la noche, en un café cualquiera, había ido dos días antes al mismo café, para revisar el lugar, para analizarlo, me di cuenta que el café no tenia cámaras de seguridad, de echo la seguridad era nula, lo único que me preocupaba eran los edificios de los alrededores, muchos pisos, muchas ventanas, todas rodeando el café, observando cada movimiento, lo  había considerado una idiotez de mi parte, tan siquiera aceptar ir a un lugar tan al descubierto, sin embargo en todo ese día, mi sexto sentido no me había dicho nada, claro que no era tan preciso como me gustaría, es por eso que  ya estaba en camino, caía una ligera ventisca de nieve, la ciudad estaba viva, siempre había luces de noche, mientras caminaba me preguntaba si terminaría muriendo por unos vanos sentimientos, llegue al café y aun nadie me había disparado lo cual había sido toda una fortuna.

Entre al café, de noche era un lugar cálido con varias mesas y gabinetes de colores cálidos al igual que la iluminación, solo con llegar te recibía una enorme vitrina con muchos postres, en ese momento me sentí como un idiota, ¿Cómo carajo iba a reconocer a L?, ni siquiera tenia una foto de el, ¿Cómo es que iba a..., lo encontré, para mi sorpresa fue bastante sencillo, pues resaltaba del resto de los clientes, demasiado a decir verdad, tenia que ser el, no podía ser el tipo de traje caro que tenia a mi izquierda, tenia que ser el chico con ropa holgada sentado en esa curiosa posición, con aquel cabello desordenado que me recordaba a un cuervo.

¿ y si?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora