YURI

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Besar a Elle desde que lo conozco ,siempre había sido mi debilidad, sus labios sabor a azúcar eran el cielo para mi, amaba todo de el, su forma de ser, su inteligencia, su carácter, sus manías, no podía dejarlo, era una adicción para mi, seguí besándolo, llenándome de el, sus labios calientes, su lengua, deliciosa, todo el era perfecto, todo el era mío, todo el me pertenecía del mismo modo en que yo le pertenecía, éramos dos soles que chocaban y creaban algo nuevo, algo maravilloso.

Ver quien controlaba aquel beso, era todo un suplicio, lo malo de que ambos éramos tan tercos y demandantes es que ninguno cedía, y eso me encantaba, me llenaba, lo necesitaba, del mismo modo en el que el me necesitaba, lo quería todo para mi, sentía ese calor que subía y pugnaba por salir y quemar todo a su paso.

Elle me entendía, el me conocía, conocía cada parte de mi, cada reacción de mi cuerpo, cada deseo, cada sensación, la conocía tan bien, era un genio, era mi genio y esa noche solo seriamos nuestros.

El beso nos llevo hasta la cama de la habitación, repleta de hojas, y apuntes del caso, no nos importo, ambos tiramos todos aquellos expedientes al suelo, que mas daba, ya nada importaba, ambos teníamos hambre, pero hambre del otro y esta noche nos volveríamos uno, porque así lo deseábamos porque así lo necesitábamos.

Elle no se anduvo con rodeos, me fue quitando la ropa rápidamente, mi blusa blanca cayo al suelo y se volvió una con las hojas y los expedientes, no tenia prisa por quitarme el resto, quería saborearme como a uno de sus pasteles, quería degustarme, besando, mordiendo, lamiendo cada parte de mi pecho y abdomen, besando cada una de mis cicatrices, yo no podía mas que gemir de placer, yo también quería sentirlo, quería hacerlo mío, quitarle su sudadera, fue fácil y rápido , como dos seres que necesitan su calor buscábamos los labios del otro, las reacciones del otro, degustar su cuello siempre había sido su debilidad, que soltara aquellos leves gemidos solos reservados para mi, era la gloria, eran el cielo.

Me tomo de la cintura y volvió a acostarme en la cama, como a una fiera que necesita ser controlada, pues contrólame, amárrame, domestícame, hazme tuyo Elle Lawliet, me quito con rapidez el pantalón, eres todo un desesperado, pero como podía decir eso si yo también lo anhelaba, no tardo ni dos segundo en que los dos estuviéramos completamente desnudos, dos seres intelectuales rendidos antes los deseos de la carne, que poco digno, pero porfavor quítame la dignidad, el me observo con detenimiento, podía ver mi calor, mi deseo, mi necesidad, y yo, yo podía ver el suyo ver como al verme le causaba que  le hirviera la sangre  por mi.

Y: hazme tuyo 

Lo dije porque lo necesitaba, porque tal vez el esperaba una confirmación, que mas confirmación necesitaba que ver mi sumisión, mi erección, mi deseo, todo causado por el.

No dudo, en seguir besándome, mientras ambos nos frotábamos, piel contra piel, erección con erección, deseo con deseo, que hermosa era su voz cuando la dejaba salir, cuando con aquellos gemidos se dejaba llevar, cuando sus caderas se movían suplicando por mas, que hermosa sensación de ir volviéndonos unos, nuestras palabras salían en la calida habitación.

Abrí mis piernas, lo deseaba, quería sentirlo dentro, sentirme pleno, lleno de el, habían pasado meses sin sentirlo dentro que lo ansiaba, el reacciono a mi deseo, a mi pasión a mi fuego, yo lo fui guiando lentamente, quería matarlo de pasión, castigarlo de ese modo, se sentía tan bien, tan delicioso, tan mojado, tan caliente, que lo deje entrar por completo, aquel gemido que sentí por el por lo que me hizo sentir fue como tocar el cielo, me sentía pleno, me sentía completo, y podía saber que el sentía lo mismo pues su voz salía con tranquilidad, sus gemidos eran fuertes y constantes, me llenaban el pecho y el sexo de placer, quería todo de el y el tomaría todo de mi.

Sin previo aviso, me subí en el, lo monte como si mi vida dependiera de ello, por que tal vez así era, podía sentirlo tan profundo, tan placentero, cada célula de mi buscaba esta conexión buscaba este placer, quería que me llenara de el, quería fundirme en el, el buscaba mis labios y yo no se los negaba, nos besábamos  nos amábamos, nos deseábamos.

Podía sentir como se hacia mas grande dentro de mi, sus gemidos, su piel blanca como la porcelana se ponía de un rojo intenso por el placer, sus labios rojos como fuego, sus mejillas, todo el era hermoso, de sus labios solo salían palabras de necesidad quería mas  de mi, me pedía mas, mas rápido, mas fuerte, mas adentro, yo también imploraba por el clímax por el orgasmo que retrasábamos pero que anhelábamos, su respiración se hacia cada vez mas rápida, sus caderas ya no se controlaban, su fuerza ya no la contenía, sus gemidos se volvían mas fuertes y con ellos los míos igual, me tomo de la cintura y me acorralo contra la pared de la cama, me besaba el cuello, me lo mordía, podía decirse que me daba duro contra el muro, y yo, yo me derretía de placer, cada punto de placer el lo conocía y lo llenaba, sus gemidos, su respiración todo en el me pedía mas, su lengua sabor a miel recorría mi boca para después proseguir con mi cuello, Elle podía decir lo que quisiese sobre su inteligencia pero en lo carnal era un ser feral, un ser que solo me causaba gritos de placer.

Tomo mi miembro con una de sus manos, no, si hacia eso, no lo soportaría, me vendría, le pedí que no lo hiciera, pero no me escucho, el sabia que para este punto ese no era un rotundo si, sabia donde tocarme tanto dentro como por fuera, sabia como estimularme, se sentía tan bien, podía sentir ese fuego en mi interior que luchaba por salir y yo por contener, solo podía gemir su nombre, rezando para que nadie lo escuchase, el solo podía gemir y decirme que estaba cerca, se iba a correr, y yo no se lo iba a negar porque yo también estaba en el punto mas alto de placer, gemí alto, y el también cuando ambos nos corrimos, el en mi interior y yo en su mano, sus caderas seguían moviéndose incluso al haber terminado, no quería dejarme ir, y aquel movimiento solo me sacaba unos cuantos gemidos mas.

Esa noche dormimos abrazados en aquella cama, rodeados por hojas de investigación en el suelo y con nuestro deseo al fin satisfecho.


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