"Su alteza. ¿Debería dejarlos entrar?
"Si."
Acababa de terminar la tarea que Lovia me había dado. Mientras arrojaba un bolígrafo al escritorio, me levanté.
Pronto se abrió la puerta y, aunque todavía eran piel y huesos entraron apresuradamente tres hombres con una apariencia bastante pulcra. Cuando nuestras miradas se encontraron, inmediatamente cayeron sobre la alfombra e inclinaron la cabeza.
"Maestra."
Entré en pánico y los hice ponerse de pie. Temblaban visiblemente cuando los toqué. Eran los esclavos de Velod, traídos por esos bastardos de hace unos días. Volví la cabeza hacia la criada que había entrado con ellos.
"Prepara una habitación para ellos y haz que sean educados como sirvientes del palacio".
"Sí."
“Quizás se pregunten por qué los traje aquí... Intenten adaptarse a este lugar. Los dejaré vivir como sirvientes. En este palacio ".
“…Por qué."
Uno de los tres me miró a los ojos y preguntó.
"Porqué, porqué…"
Pero no había ni ira ni odio en esos ojos. Simplemente parecía una expresión de miedo contenido.
Sentí lástima por él y extendí la mano. Temía que mi simpatía los hiriera. Pero no pude evitar extender la mano, y hacer que vinieran todo el camino hasta aquí.
"Porqué…"
"Lo prometo. No habrá cosas aterradoras en el futuro ".
Entonces, de repente, una voz torcida vino desde atrás.
"¿Compraste esclavos?"
"¿Eh?"
Cuando volví la cabeza, vi a Lovia apoyado contra el marco de la puerta con sus brazos cruzados. Sonreí tímidamente y le hice un gesto con la mano.
“Hey."
“¿No tienes la edad suficiente para saber que es una tontería comprar esclavos por simpatía? Es ilegal en primer lugar ".
“¿Me estás culpando? Lo sé, ¿está bien?”
"No es una crítica".
“Eres incluso audaz. De todas formas… tengo mis razones."
Han pasado menos de diez años desde que se abolió la esclavitud. Dado que la familia imperial no había mostrado ningún interés para arrestarlos, era cierto que todavía era popular.
Y ahora yo... había traído unos al Palacio Imperial.
"De todas formas. Entra."
Lovia se acercó y miró a los esclavos. Entonces respondió con una voz sin emoción.
"Son de Oriente. ¿Son de Velod?
“…Tú, podrías ser psíquico".
"Qué… ¿psíquico?
"Oh, supongo que no dicen eso aquí”
“…"
Tal vez por el ruido de nuestra conversación, Nadrika, que había estado durmiendo profundamente, se sentó en la cama con su cabello desordenado.
“…¿Su alteza?"
La criada aprovechó el momento para tomar a los tres y salir de la habitación.
"¿Estás despierto?"
