"¿Qué?"
La criada no sabía qué hacer. Traté de relajar mi expresión rígida ya que era una sirvienta que nunca había visto. No quería asustarla más que esto. Básicamente, las sirvientas de otro palacio estaban más asustadas de mí que yo de ellas.
"Entonces, lo- los regalos... se han estado acumulando desde temprano en la mañana, y nos preguntábamos, qué deberíamos hacer…"
“¿Regalos? ¿Por qué hay una pila de regalos? "
“Deseos para que su alteza regrese sana y salva… con ese propósito..."
Sobornos para la princesa que no había estado encerrada ni un día. De verdad no tenían nada que hacer.
De hecho, se decía que los miembros de casas poderosas iban al exilio de manera cómoda, como si fueran a un paseo por la naturaleza mientras multitud de personas se juntaban en el patio del frente esperando por una oportunidad para asociarse con ellos. Si lo pensaba de esa forma, esto no era tan raro.
Estaban pensando sobre las acciones que tomaría la princesa después de medio año. Pero no era un asunto tan urgente por el que deberían ser tan obvios al respecto desde el principio.
"De verdad no tienen nada de fe".
En la segunda princesa.
Parece que los espectadores en el pasillo habían difundido la voz por todas partes. Aliviada, me hundí en el sofá.
"Lo que ya se ha recibido déjalo como está ya que no podemos hacer nada con esos, pero rechaza cualquier regalo a partir de ahora”.
"Entendido."
"Veo que no eres un miembro de mi palacio".
“…Su Majestad, ordenó que la atendiera... perdóneme."
"¿Por qué cosa te disculpas?"
Parece que era difícil de creer que iba a recibir mi castigo en silencio. Pensar que estaba tan preocupado de que fuera a hacer algún truco que tuvo que enviarme a alguien.
"A partir de ahora, no pongas un pie en mi dormitorio a menos que te llame".
"¡Sí, Sí!"
No tenía nada que ocultar de todos modos. De verdad estaba aquí solo para recibir mi castigo.
De repente, una voz se escuchó detrás de mí.
"¿De verdad?"
Era una voz que sonaba como cuentas de vidrio.
Moví mi cabeza alrededor. Entonces lo vi.
Se veía como un monstruo.
Cabello negro, ojos negros, una cara y manos blancas como la nieve. El cabello largo caía al suelo en ondas. El hombre estaba parado en medio de mi cama.
Fue una vista tan extraña que me quedé sin palabras.
Monstruo.
Claramente tenía la forma de un humano, pero no podía dejar de pensar. Monstruo. Monstruo. Monstruo…
"¿Hay algún problema?"
Volví a mirar a la criada que estaba frente a mí. Se veía ignorante de lo que pasaba mientras esperaba nerviosamente a que yo dijera algo.
¿No podía ver eso?
"Lo siento, s-si hay algún inconveniente..."
"Qué…"
El hombre pasó a mi lado. Luego, llegó donde la criada y apoyó la barbilla en su hombro. Su rostro era como una máscara blanca que parecía que podía caerse en cualquier momento. Entonces preguntó de nuevo.
