"¿Estás bien?"
"¿Eh?"
“…No te ves feliz."
"¿De verdad?"
Apoyé la cabeza en el hombro de Nadrika y cerré los ojos.
"¿Esa persona molestó a su alteza?"
Esas palabras me hicieron reír un poco.
"No es así. Estaba pensando en Essen ".
“…"
“Se quedó en el palacio para estar con ella... Pero ya sabes, Yuriel fue expulsada al final... Estaba pensando que debe ser miserable ver la peor versión de la mujer que ama".
"Tal vez deberías visitarlo…"
"No sé. ¿Eso realmente ayudaría?
Dejé escapar un largo suspiro.
***
Pasó hace unos años.
"Escucha."
El sol deslumbraba. El viento era moderadamente fresco y el susurro de las hojas se podía escuchar a lo lejos.
"¡Oye! ¿No puedes oírme?"
Acostado tranquilamente en el campo, el joven de cabello ondulado y negro un poco desordenado no se movió. Un supuesto aprendiz de caballero, hijo de una familia noble, que había estado sudando desde la mañana para buscarlo, se tiñó la cara de rojo.
"¡Oye!"
"¿Oye?"
Una repentina y salvaje replica llego desde la forma inmóvil y tendida que miraba hacia el otro lado. El aprendiz de caballero se vio por un momento sorprendido, pero pronto dijo con un rostro descarado.
"¿Por qué me ignoras si estas despierto?"
"Este niño…"
El joven con una marca de hierba en una mejilla, se sentó y frunció el ceño. El aprendiz de caballero retrocedió instintivamente.
"¿Quieres morir, es eso?"
“…¡Q-que forma tan vulgar de hablar! "
“…"
“El Comandante preguntó por ti ¡así que será mejor que vayas a verlo! ¡Vice- comandante!... Señor."
"Te veré luego, ¿ok?"
Con trozos de hierba pegados por toda la espalda y trasero, el joven se acercó al aprendiz de caballero y mientras le pasó el brazo por los hombros, le susurró.
Después de ver palidecer el rostro del aprendiz, bajó pavoneándose por el camino. Podía ver dos caballos atados a la valla en la parte inferior.
Saltó sobre su caballo y comenzó a alejarse cada vez más. En dirección al palacio en la distancia.
No mucho después, el joven se estaba picando los oídos frente al Comandante de los Caballeros Imperiales.
"¿Qué? ¿Te escuché bien? "
El rostro del Comandante se contrajo. Sin embargo, Leo, como de costumbre, no dijo nada a pesar de la actitud grosera del joven. A medida que el silencio del Comandante se hizo más largo, el rostro del joven comenzó a contraerse también.
Leo Dipett se tapó los ojos con las manos. Con cara de tristeza se volvió hacia la ventana.
"Me estás diciendo... que esa loca mujer... ¿Quiere que la entretenga?
"¡Seager!"
"¡Correcto! ¡Soy yo de quien hablamos jefe! ¡Este yo que moría como un mendigo entre los vagabundos! En medio de todo tipo de discriminación e ignorancia, ¡me convertí en el vicecomandante con insignia dorada de la Familia Imperial! Soy ese tipo de persona, pero ¿ahora qué? ¿hacer qué?”
