Capitulo 18 parte 2

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Seager corrió. Corrió como si su vida dependiera de eso –hasta que pensó que sus pulmones estallarían. Tan pronto llegó al palacio del emperador, tomó a uno de los guardias por el cuello. 

“¿Dónde está el salón de banquetes?!” Gruñó él. 

En el momento en que el guardia levantó un dedo para señalar algún punto, Seager lo arrojó y comenzó a correr de nuevo. El salón de banquetes estaba vacío. Jurando para sí mismo, Seager dio la vuelta. Encontró a otro guardia que pasaba a la distancia y lo persiguió para golpearlo contra la pared. 

“¿Dónde está la princesa?”, exigió. 

“Espera, tú eres–”

“¡¿Dónde está la maldita princesa?!”, gritó mientras corría de nuevo, esta vez hacia el santuario. 

“¿Pronto?” Él trató de no hacerlo, pero no pudo dejar de pensar en lo que Yuriel había dicho a continuación. “¿O quizás justo ahora?” 

Justo ahora… significaba que ya podría haber pasado. Podría ser que ya estuviera hecho. Seager sabía que si algo le había pasado a la princesa, no había forma de que el palacio estuviese tan tranquilo. Los guardias patrullaban como lo hacían usualmente sin desviarse de su lugar, asi que aunque él sabía que era improbable… ahora estaba frente al santuario. No había guardias en la entrada, así que Seager corrió hacia adentro sin dudarlo.

Rayos de sol iluminaban su silueta. Solo el sonido de su pesado aliento se escuchaba en sus oídos. La princesa sostenía una copa con ambas manos, bebiendo lo que contenía. Él no sabía qué era, pero la atmósfera en la habitación era inequívoca. Los ojos de todos estaban pegados a la princesa, sus expresiones eran una mezcla de horror y ansiedad.

Seager dio un paso adelante con sus ojos bien abiertos y llenos de miedo. En el momento en que su pie tocó el piso de la entrada, la princesa alejó la copa de sus labios y se la entregó al emperador, quien la aceptó impactado.

En medio del tenso y escalofriante silencio, ella se puso de pie lentamente y se volvió a la multitud, respirando tranquilamente, lanzó una pequeña y despreocupada sonrisa. Se sintió imposiblemente lejana, y aun así, Seager no pudo evitar sentirse maravillado y cautivado por cada pequeño momento.

Tardíamente, el sacerdote habló cuando sintió la mirada de la princesa.

“Haga la primera reverencia…”

La princesa se arrodilló en silencio frente a la tabla roja y se inclinó. Por un momento, Seager se quedó quieto, clavado en el lugar. Dejó caer su cabeza, y la levantó de nuevo después de una larga pausa. Uno de los guardias lo reconoció y preguntó dónde estaba la princesa Yuriel, pero Seager lo ignoró.

Cuando la campana sonó, vio a la princesa levantarse de nuevo después de completar todas las reverencias. La campana se escuchó tres veces más después de eso y los aristócratas de rodillas se pusieron de pie. Alisaron sus batas y se inclinaron al unísono siguiendo la voz del sacerdote. Inclinándose en la plataforma, la princesa presionó su frente con las manos, los lados de su rostro completamente en calma y pacíficos. 

Nada pasó. Ni antes ni tampoco después de eso. Él esperó y esperó, pero nada pasó. 

Nada…

Cuando Seager continuó ignorándolos, los guardias lo echaron afuera del santuario. Se paró en la tierra, ahora solo, y levantó el rostro hacia el cielo. Trató de burlarse de sí mismo, pero se encontró con un bulto en la garganta. Su quijada comenzó a temblar. Apretando fuertemente sus labios, se cubrió los ojos con las palmas de las manos y dejó caer la cabeza. 

Caí En Un Juego De Harem InversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora