Rechacé mis comidas todo el día. Me quedé en cama sin moverme ni una pulgada.
Repetí el ciclo de decir que hacía frío y pedir una estufa, luego me quité la ropa y grité en voz alta que hacía calor. Los sirvientes temblaron y recogieron la ropa mojada como si hubiera estado sudando frío.
Me metí en la manta, cerré los ojos y suspiré por un momento. No podía pensar en otra forma.
¿Dónde diablos estaba la droga que se trajo al Palacio Imperial?
No había forma de saber quién estaba involucrado en esto y quién no, asi que a propósito, actué como un animal y dejé que se difundiera la noticia de mis síntomas de abstinencia.
Cuando alguien subía a la habitación, tiraba platos y objetos que estaban sobre la mesa. También me mordía las uñas.
Los sirvientes se acostumbraron rápidamente a mis caprichos. De hecho, como si este fuera mi verdadero ser, ni siquiera actuaban sorprendidos. Yo era la única que se sentía avergonzada y tenía la constante necesidad de esconderme bajo la sábana.
La noche era larga, y alguien entró en la habitación en la que nadie se atrevía. Se arrodilló frente y me llamó en voz baja.
"Su alteza."
Bajé la colcha. Fue la doncella Hess.
Hess sacó algo envuelto en tela blanca y lo acercó a mi cara.
"Apresúrese y tome esto..."
Me senté. Agarré la cosa envuelta en la tela blanca junto con la mano que la sostenía.
"¿Y la ubicación?"
"¿Perdón?"
"¡Pregunto si cambiaste la ubicación donde esto estaba escondido!"
"Su alteza, si tomas más de lo permitido al día..."
Agarré a Hess por el cuello y tiré de él. La cabeza de Hess se inclinó hacia mí.
"Tienes que moverlo, tienes que sacarlo del palacio".
"¿Su alteza?"
"Encuentra una manera, rápido. Está bien incluso en pequeñas cantidades por vez".
"..."
La expresión de Hess era extraña.
"Debe hacerse en secreto".
"...Sí."
"Primero, verifique que la ubicación sea segura".
Obviamente, Hess lo trajo desde fuera de mi habitación. Significaba que el lugar donde lo escondía no era mi habitación.
Si era así, ¿cuál fue la 'pista' que buscaba Yuriel? La que se supone que estaba en mi habitación... No había forma de averiguarlo ahora que Yuriel fue expulsada.
Hess salió de mi habitación. La observé mientras se iba y luego hice una señal con mis ojos. Daisy, que se había estado escondiendo detrás del armario, asintió en silencio con la cabeza una vez y luego, conteniendo la respiración, comenzó a seguir a Hess.
Sería bueno que estuviera completamente de mi lado, pero necesitaba prepararme para lo peor. Nadie puede garantizar que las respuestas que me dio sean verdaderas.
Esperaba que nada le pasara a Daisy.
En ese momento, hubo un golpe en la puerta.
Otro golpe.
La puerta se abrió lentamente, la luz de la luna reflejó una cabeza familiar. Era Nadrika. Sus ojos se abrieron cuando se encontraron con los míos.
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