Capítulo 11 parte 3

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"Tu comida se está cayendo de tu tenedor".

“… "

“El guisante en tu tenedor…"

“… "

Dios dejó de hablar. Se debe haber dado cuenta que no estaba escuchando. Entonces dio golpecitos en la mesa con sus dedos. Me decía que lo mirara. 

Pero yo estaba en el medio de agonizar por algo. Me debatía entre si la criada se daría cuenta de que la alfombra desaparecía o las joyas incrustadas en el candelabro. 

Dios le dio un golpe más fuerte a la mesa. De verdad, mi compañero de cuarto demandaba mucha atención. 

"Bien, comeré, está bien… "

“…. "

Donde debía estar el guisante había una gema verde de igual tamaño. Naturalmente, el tenedor no llegó a mi boca. Cuidadosamente coloqué la gema en un pañuelo, con miedo de rayarla.

"¿Qué es esto?"

"¿No es lo que deseabas?"

“Tienes razón pero… ¿desde cuándo puedes hacer eso? "

"¿Qué crees que soy?"

Dios elegantemente dejó sus cubiertos sobre la mesa y dio un sorbo de agua.

 
Se veía cien por ciento humano, pero yo no había olvidado que él era de una especie diferente. Sin embargo, me sentía más cómoda tratándolo como a una persona. Para ser más específica, era más fácil.

 
Empujé otro guisante cerca de él. Lo recogió y lo puso de vuelta enfrente de mí. Se había convertido en una joya.

 
Cuando se levantó de su asiento, empecé a seguirlo como si estuviera cubierto de miel. En mi opinión objetiva, había encontrado la solución perfecta a mis problemas. 

"Trata de convertir uno más".

"¿Recuerdas lo que me hiciste anoche?"

Hablaba sin sentidos. Entonces se sentó en la cama y cruzó las piernas. Me senté en el suelo a su lado y extendí mi pañuelo sobre la cama. 

Rápidamente puse otro guisante encima de su rodilla. Luego, lo observé. 

“…"

“…"

Le di unos golpecitos en la pantorrilla con el dorso de la mano.

Al final, recogió el guisante y lo volvió a poner en mi pañuelo. No había duda. Se había convertido en una perfecta joya. Conteniendo mi aliento, puse el siguiente guisante en su rodilla. 

Él habló.

"No evadas la pregunta".

"¿De qué estás hablando?"

"No me compraste fideos fritos".

Finalmente entendí de lo que estaba hablando. Hice una cara tratando de contener mi risa. 

"Te compraré hoy".

"Te dije que quería probar un poco".

“Lo sé. Prometo que te traeré".

"¿Prometer?"

Le dije que hiciera un puño. Y luego hice que estirara su dedo meñique. Enganché mi propio meñique en el de él y dije. 

"Es una promesa de meñique, significa que no importa qué mantendré mi palabra".

Presioné mi pulgar en el de él y tiré de mi mano lejos inmediatamente.

Caí En Un Juego De Harem InversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora