Capítulo 15 parte 6

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“¡Ya no puedo quedarme así! ¡Vamos! ¡Levántense!”

“P-pero mi Lord… dijo que hoy debíamos arreglar las cosas de una vez por todas con Orvitte…”

“¡Esa maldita princesa se está metiendo con nosotros! ¿No lo ven? Todavía está mojada detrás de las orejas*, y aun así se atreve-”

*She´s still wet behind the ears. Que acaba de empezar a ejercer un nuevo trabajo y cree tener toda la experiencia. 

“¡M-mi Lord, por favor baje la voz! ¡Estamos en el palacio de ella en este momento!”

“¡Hmpf! Bueno, ¡déjala que escuche! No dije nada mal, ¿o sí? Esta nación no tiene esperanza, eso es seguro. ¿La princesa subiendo al trono? Todo esto es culpa del emperador, ¿no lo creen? Al menos tenemos un Príncipe Heredero que es un adulto, no hay rival para nosotros”

La vida siempre había ido viento en popa para el Conde Romaine, quien era ferozmente leal al primer príncipe heredero y muy competente en su trabajo, por lo que a veces tendía a olvidar su lugar. Era arrogante y muy seguido se comportaba imprudente sin leer el ambiente del lugar, justo como lo estaba haciendo ahora. Pero una cosa estaba clara para él –a juzgar por la actitud de los aristócratas de esta nación, Rothschild estaría en grandes problemas si trataban a la princesa de la misma forma que habían tratado a la princesa Yuriel. Él simplemente no quería admitirlo. 

“¡Levántense! Vámonos.”

Los dos nobles que habían seguido renuentemente al conde se levantaron. Era obvio que la princesa sabía exactamente por qué estaban aquí, y regresar ahora no resolvería nada… 

“Oh, ¿ya se van?” la dama de compañía dijo, apareciendo en la habitación de nuevo para llevarles su quinta bandeja de té. Ella se despidió de ellos casi inmediatamente. “Mis disculpas. Cuando su alteza regrese, le diré que esperaron por un largo tiempo antes de irse”.

“¡Cómo te atreves a sostener la cabeza en alto!” gritó el conde. Su herido orgullo lo hacía quemar de la vergüenza y respondió levantando la mano de forma amenazante, esperando al menos, ver a la dama de compañía temblando de miedo aunque ella no hubiese hecho nada mal. 

Pero ella ni siquiera pestañeó. “¿Piensa que puede manejar las consecuencias?” respondió fríamente. 

El conde se tragó sus blasfemias y rápidamente dejó la habitación. Los otros dos aristócratas inclinaron su cabeza, disculpándose con la dama de compañía por la rudeza del conde, luego se apuraron detrás de él. 

***

“¿Él te pegó?”

“No, su alteza. Solo pretendió que iba a hacerlo”

Había pasado un tiempo desde que había sentido tal rabia, pura y sin adulterar. Esa basura inútil no merecía mi simpatía ni entendimiento. Exhalé profundamente por la nariz. “De verdad tiene una habilidad para ponerme de los nervios, incluso cuando nunca lo he visto” dije. 

“¿Tiene otra orden para mí, su alteza?” preguntó la dama de compañía. 

“No. Bien hecho, y lo siento por hacerte pasar eso”

“No es nada, su alteza…”

Quizás me estaba adelantando, pero estaba empezando a disgustarme esa nación como un todo. Ya sentía que el príncipe heredero –guapo como era– tenía un sórdido y untuoso aire sobre él, pero resulta que los nobles bajo su mando no eran mejor. 

“Ehh, su alteza…”

“Oh, cierto. ¿Dónde estábamos?”

La dama de compañía dejó la habitación con discreción. Una vez que se fue, Chellot, que había sido interrumpido por la llegada de la dama, continuó su explicación.

Caí En Un Juego De Harem InversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora