Capitulo 18 parte 5

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El dios podía decir que la mujer había aclarado su mente. Pero también sabía que no podía entenderla. Por ejemplo, justo ahora –ella estaba de pie junto a la ventana, viendo hacia afuera con los brazos cruzados, hundida en sus pensamientos. 

“Quiero ver el océano.” Dijo ella sin voltear. “¿Hay océanos aquí?”

El dios la vio claramente. 

“Tampoco he visto nieve aquí. Aparentemente, este año fue tan frío y seco que no pudo nevar. ¿Podré llegar al siguiente invierno?”, preguntó ella tranquilamente, sus ojos brillaban con algo diferente… No– el brillo en sus ojos aún era el mismo, pero algo más faltaba. 

Así que él estiró su mano hacia ella, y la mujer preguntó, “¿Qué?”

El dios reflexionó sobre él mismo. A él no le gustaba cuando ella hacía esa cara – si él fuera humano, definitivamente habría sentido ese disgusto– así que no había nada irrazonable en que no le gustara esa expresión en ella. Él era, después de todo, un caparazón humano. 

“Vamos,” dijo él. 

“¿Dónde?”

La mujer puso su mano sobre la de él, sin esperanzas ni expectativas en su rostro. Pero aun así… significaba que sí.  

***

El mundo de repente se volvió de cabeza. El viento azotaba mi cabello implacablemente, haciendo un desorden de enredos. 

“¿Qué es esto…?”

Podía escuchar el sonido de olas chocando contra la costa. Dejé ir la mano del dios y empecé a caminar hacia adelante. Debajo de la orilla del peñasco frente a mí, no había nada más que agua. Dejé salir una risa de incredulidad –estábamos en el océano. Pude saborear el viento salado.

El mar, negro, profundo y pacífico, se estiraba sin final hasta el horizonte. El aire era frío y yo estaba descalza. Dejé salir pequeños estallidos de risa una y otra vez, casi como un cuervo. Entonces, sintiendo como crecía la pesadez en mi corazón, apreté los puños. Mi cabello aleteaba en todas direcciones. 

“Escuché que no debes ver el agua profunda por mucho tiempo” dije. 

Era ridículo, así que el dios preguntó, “¿Por qué?”

Tome un profundo respiro, llenando mis pulmones por completo, luego exhale el aire aún congelado. Mi pecho se sentía apretado. “Aparentemente, te hace querer morir.”

Él tomó mi mano. 

“¿Qué? ¿Tienes miedo de que salte?”, pregunté con curiosidad.

El dios no  respondió mientras sus ojos me taladraban intensamente. 

“Ahora que lo pienso, eso es un poco extraño,” continué. “No hay razón para que intentes detenerme de saltar.”

Vi hacia abajo a la mano que me estaba sosteniendo. Mi mano no tembló como la última vez –en todo caso, se sintió tranquilo… por él, irónicamente. Él de nuevo. Solo había deseado una cosa –sentir odio con el solo pensamiento sobre él. Entonces, ¿por qué sentía todas estas complicadas emociones, familiares y nuevas a la vez? Todo era un desastre. Él tenía razón –no podía odiar por completo a alguien. De alguna forma se sentía como si eso también fuera por él. 

Las lágrimas picaron en mis ojos mientras me reía. ¿A quién le importa? Tal vez, de hecho no importaba. Algo comenzó a humedecer mi cabello. Levanté la cabeza y vi una ráfaga de copos de nieve descendiendo del cielo. El océano crecía desde abajo, mientras que blanca nieve caía desde arriba. Lágrimas inexplicables amenazaban con abrirse paso –era difícil seguir conteniéndolas. No podía entender por qué mis ojos se sentían tan calientes y mi garganta tan apretada.

Caí En Un Juego De Harem InversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora