Capitulo 20 parte 5

122 8 5
                                    

La puerta se cerró y nos quedamos solos. Observé a Eclot, con mi mejilla descansando en el dorso de mi mano. Él aún estaba abajo en una rodilla, extremadamente alerta de mis ojos sobre él. Mientras el tenso silencio se alargaba, vi como fruncía el ceño y respiraba profundamente –debido a que mi pie herido se había deslizado de su muslo justo a su entrepierna. Cuando presioné gentilmente con los dedos de mis pies, se puso sobre ambas rodillas y se inclinó hacia adelante. 

Lo vi como exhalaba sin hacer sonido, estudiando sus labios abiertos y notando unos mechones de cabello que temblaban ligeramente sobre su frente. Cuando presioné un poco más fuerte, agarró los brazos del sofá con las dos manos, luchando para no ceder. Su aliento agitado caía sobre mi rodilla. 

“¿Debo detenerme?”, pregunté. 

Él no respondió. Cuando ligeramente retiré mi pie, él rápidamente bajó la mano para agarrar mi tobillo como si fuera su línea de vida.

Ladeando mi cabeza, maravillada, dije, “Eclot, respóndeme.”

Él dejó salir un suspiro inestable y respondió, “Me gustaría que… no se detuviera.”

“¿Es así?”, retiré mi pie completamente. Eclot se enderezó lentamente, aun de rodillas, y puso las manos en su regazo mientras me miraba. “Bueno, entonces… haz que quiera hacerlo de nuevo.”

Él bajo la mirada y alcanzó mi tobillo. Dio un cariñoso beso arriba de mi pie. Viendo su cabello pulcramente peinado en la cima de su cabeza, parpadeé. Él me besó de nuevo, subiendo lentamente hacia mi tobillo, pasando mi pantorrilla, y llegando a mi rodilla. 

Sosteniendo mi pierna cuidadosamente para mantener la presión fuera de mi tobillo, avanzó poco a poco sobre sus rodillas para acercarse al sofá. Él separó mis muslos para besar las partes más sensibles. Agarre un puñado de su cabello inmaculado para levantar su barbilla hacia mi cara. Sus oscuros ojos azules estaban viéndome de cerca. 

Despacio, bajé mi mano detrás de su cabeza y lo atraje más cerca. Llevó su torso sobre el sofá para acercarse más a mí, y su mirada aburrida aterrizó entre mis muslos, sus ojos parecían más oscuros y peligrosos que nunca. Su mano se arrastró a mi tobillo y levantó el dobladillo de mi vestido. 

“Su alteza.” Su mano se había congelado cuando llegó a mi muslo. “¿Eso es… aceptable?”

“¿Qué piensas tú?”, pregunté. 

“Creo que parece apropiado.”

Sonreí. 

“Entonces continúa.”

***

“Ee, su alteza…”

Creí que solo sería al principio, pero resulto que era del tipo que hacía muchas preguntas. 

“¿Puedo… ponerlo adentro ahora?”

Estaba sonrojado todo el camino hacia el cuello, su paciencia finalmente había alcanzado los límites, y aun asi él pedía mi permiso, a pesar de que claramente, había estado peleando para contenerse todo este tiempo. ¿Por qué tenía que esperar hasta que ya no podía soportarlo?

Ante mi consentimiento, se puso en posición más que rápido, y cuando levanté una de sus manos por encima de las sabanas y deslicé los dedos en ella pareció momentáneamente sorprendido, luego, volvió toda su concentración a la -ahora permitida- tarea en cuestión. Cuidadosamente, levantó mi cintura para facilitar su camino, gentilmente pero también profundamente, y pronto ambos estábamos jadeando. Quizás el prolongado juego previo había sido contraproducente para ambos, sin embargo, porque…

Caí En Un Juego De Harem InversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora