2. Abril

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Cuando llamamos a la academia que ofrecía el viaje de dos meses a Londres, nos hicieron ir a las oficinas para hacer un pequeño examen y saber nuestro nivel

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Cuando llamamos a la academia que ofrecía el viaje de dos meses a Londres, nos hicieron ir a las oficinas para hacer un pequeño examen y saber nuestro nivel. Estaba tan nerviosa haciendo aquel examen que cometí algún error absurdo pero me sirvió para que me pusieran en el mismo nivel que Miriam, así estaríamos juntas en las clases y no me vería con la obligación de hablar con desconocidos. Sí, tengo un serio problema con las relaciones sociales.

Carlota estaba entusiasmada con la idea de nuestro viaje y nos prometió que nos pasaría a visitar en cuanto pudiera, en cambio, Núria no parecía muy contenta con aquello. Cuando se lo dijimos empezó a enumerar las múltiples cosas que podrían ir mal en Londres, intentaba hacernos cambiar de opinión y ninguna de nosotras entendía la razón. Pensé en que quizás estaba algo envidiosa por que a ella también le habría encantado ir pero se tenía que quedar en Barcelona cuidando de su hermano pequeño. Al principio, cuando Miriam le contó que íbamos a Londres y que ella también podría apuntarse, me daba apuro que Núria aceptara pero cuando escuché que tenía que pasarse el verano en casa sentí cierto alivio. Ya me veía hablando de hipotecas y jubilaciones delante del Big Ben, pero por suerte, aquello no ocurriría.

Quedaban justo dos semanas para nuestra marcha a Londres y decidimos quedar las cuatro para hacer una especie de despedida. Quedamos en el chiringuito dónde trabajaba Carlota y mientras ellas se pedían unas cervezas yo me pedí un refresco. Odiaba el alcohol, no entendía como a la gente le podía gustar ese sabor tan asqueroso que tenía.

—¿Estáis nerviosas? —preguntó Carlota dándole un buen trago a su cerveza.

—Un poco —contesté—, siempre he querido conocer Londres y ahora que tengo la oportunidad... no sé qué nos encontraremos allí pero seguro que será una gran experiencia.

—Espero que no os roben ni nada de eso —comentó Núria.

—Allí roban tanto como aquí Nuri, no te preocupes —le contestó Miri.

—Por cierto Nuri, ¿qué tal con Rob?

Ella suspiró y supe de inmediato que algo había pasado. Roberto y ella llevaban saliendo cuatro años, empezó a salir con él con quince y jamás había estado con otro.

—Bien, a ver... sabéis que tiene un carácter algo complicado pero todo nos va bien. Por cierto, el otro día en el gimnasio conocí a un chico que estaba buenísimo, tenía unos músculos... total que nos liamos en el baño y ayer quedamos en su casa.

—Espera, ¿qué? —no podía salir de mi asombro—. ¿Le has sido infiel?

—Sí, ¿y qué? ¿Qué problema hay en pasarlo bien?

—Que le has sido infiel.

—No hay ningún problema en eso, yo me lo he pasado bien, pasé un buen rato con aquel chico y ya está.

Menudos valores de mierda. ¿Para eso está con Roberto? ¿Para irse con cualquier chico a la mínima oportunidad? No entendía esa actitud, sí muy bien, tú te lo pasas genial pero, ¿y la otra persona? Si Roberto se enteraba no creo que le gustara aquello.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora