39. Abril

24 10 16
                                    

Cuando Claudia tiró de mí para llevarme hacia el aula, no me podía imaginar lo que me esperaba en mi mesa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Claudia tiró de mí para llevarme hacia el aula, no me podía imaginar lo que me esperaba en mi mesa. Empecé a notar un ligero escozor en los ojos al ver aquella pequeña flor de color amarillo encima de mi libreta. Era como la flor que me regaló aquel sábado en Londres; el día de nuestro primer beso. Respiré hondo intentando controlar los latidos frenéticos y de mi corazón y me senté en la silla para poder leer bien lo que me había escrito en la libreta.

"Solo somos dos almas rotas destinadas a encontrarse,

desearía perderme para volver a encontrarte.

te voy a buscar hasta que me quede sin aire.

¿Te acuerdas de cuando te canté esta canción? Te dije que nos volveríamos a encontrar y ahora estoy seguro que pase lo que pase nuestros caminos se volverán a unir porque tú y yo estamos destinados a recorrer el mismo camino, pero, ¿tú estás dispuesta a recorrerlo conmigo?

Drew :)"

No me di cuenta de que estaba llorando hasta que vi que la libreta se estaba mojando, me sequé las lágrimas que caían por mis mejillas y Claudia me rodeó con sus brazos para estrecharme contra ella.

—Esta vez se ha superado —susurró ella.

Asentí y me separé del abrazo para volver a leer la nota.

—No me lo merezco —sollocé.

—¿Qué dices?

—Es... es demasiado bueno para mí.

Claudia me volvió a abrazar y cerré un momento los ojos para empaparme de la fuerza que me transmitía. El móvil de mi amiga empezó a sonar y cuando vio los mensajes esbozó una sonrisita.

—Tienes que escuchar un audio que me acaban de enviar, ¿estás preparada?

—Si no me hace llorar más...

—Llorarás de terror, créeme.

Puso los ojos en blanco y abrió el audio; entonces la preciosa voz de Andrew inundó el aula.

—¡Un chiste, un chiste! ¡Cómete el bocadillo de tortilla! Y tortilla se quedó sin bocadillo.

Era un chiste malísimo pero me ayudó a hacer algo que necesitaba en aquellos momentos: me eché a reír a carcajadas mientras que Claudia bufaba y rodaba los ojos.

—Yo no sé como puedes estar enamorada de este tío que cuenta chistes tan malos.

—Pero escribe canciones muy bonitas —contesté con una sonrisa tonta dibujada en mis labios.

—Pierde todo el encanto con esos chistes, deberías decírselo para que cambie de estrategia. No puede ser que te haga reír con esta mierda.

—¡No son mierdas! Son chistes malos pero graciosos.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora