6. Andrew

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Abril

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Abril. Abril. Abril. Me pasaría el día pronunciando su nombre. Qué buen gusto tuvieron sus padres al ponerle ese nombre tan bonito y además le quedaba muy bien porque es un nombre dulce, bonito, lleno de luz. Como ella. Si tuviera que describirla con una sola palabra sería: luz.

Mierda, debía controlarme, no podía empezar a comportarme como un moñas y menos con alguien que acababa de conocer porque sabía que me acabaría haciendo daño, como la Innombrable. Aunque intuía que Abril no era, ni de lejos, como ella.

—¿Qué os pongo?

La pregunta de la dependienta me sacó de mis pensamientos y Abril se me adelantó al pedir un capuchino, quería pedir lo mismo, así que me apresuré en pedir otro para mí. Cuando nos lo entregaron, ella se puso mucha canela en el vaso mientras yo me ponía chocolate. Me sorprendió que le gustara tanto la canela pero no dije nada. Nos sentamos en una pequeña mesa al lado de la ventana y ella le dio un buen sorbo a su café, que tragó con una mueca de asco.

—¿Qué te pasa?

—Que asco, creo que... que me he equivocado —balbuceó aún con esa mueca tan graciosa—. Le he puesto canela en vez de chocolate.

No me pude contener y me eché a reír, la pobre le había puesto tantísima canela porque pensaba que era chocolate. Me dio tal ataque de risa que me costaba hasta respirar y me caían lágrimas de los ojos. Me sentí algo mal por ella y me esforcé en controlarme pero entonces vi que también se estaba riendo de su metedura de pata.

—Soy idiota, es que claro, lo he visto del mismo color y...

—Las etiquetas sirven para algo —bromeé e hizo otra mueca de disgusto—. Toma, bébete el mío que sí lleva chocolate de verdad, ya me bebo yo el tuyo.

—¿Qué? No, no, me sabe mal...

—No te preocupes, a mí me gusta la canela. Tómalo, anda.

Le tendí mi vaso y cogí el suyo, di un buen trago y... la verdad es que estaba muy fuerte y tuve que reprimirme para no hacer cara de asco. Se había pasado la muy bestia pero para no hacerla sentir mal seguí bebiendo, aunque en realidad no me gustaba la canela. De hecho, la odiaba y la odié mucho más después de aquel día.

Abril se quedó un rato observando por la ventana; me entretuve mirándola. Tenía un perfil perfecto, sus ojos eran de color avellana aunque debido a la oscuridad que había en el exterior, se le habían oscurecido. Su nariz, algo respingona pero pequeña y su boca... sus labios, carnosos, rojos. Tan apetecibles.

Andrew O'Connell contrólate. Era evidente que Abril no era desagradable a la vista pero debía frenarme a mí mismo.

Respiré hondo y me pasé las manos por el cabello, ella seguía mirando por la ventana y le di otro trago a ese asqueroso café.

Carraspeé, harto de aquel silencio y ella se volvió hacia mí con esa sonrisa tímida que me estaba empezando a encantar.

—Oye y... ¿Tu madre y tu hermana vendrán a visitarte? —Si ellas venían durante un tiempo, serían unos días que no la vería y podría aprovechar para dejar de pensar en ella.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora