44. Abril

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Al despertar vi que estaba tumbada en la cama, tapada con un par de mantas y con la misma ropa que llevaba el día anterior; no recordaba haberme ido a la cama, así que pensé que Andrew me había llevado hasta allí

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Al despertar vi que estaba tumbada en la cama, tapada con un par de mantas y con la misma ropa que llevaba el día anterior; no recordaba haberme ido a la cama, así que pensé que Andrew me había llevado hasta allí. Él no estaba en la habitación y había demasiado silencio como para que estuviese en la cocina, así que me dirigí al baño y me lo encontré mirándose al espejo y sonriéndose a sí mismo mientras se peinaba el cabello hacia atrás. Carraspeé para interrumpir aquel momento íntimo consigo mismo y dio un respingo. Se giró y me dio los buenos días con una voz ronca que vibró por todo mi cuerpo.

—¿Hace mucho rato que estás aquí? —preguntó volviendo a mirarse al espejo.

—Lo suficiente como para quedar traumatizada de por vida al verte ligar contigo mismo.

El se rio y empezó a toquetearse la herida que se había hecho el día anterior en la nieve.

—Es que... ¿No crees que ahora tengo un aspecto aún más de chico malo? Antes ya lo era pero ahora, con la herida de ayer...

Se mordió el labio inferior mientras seguía echándose miraditas a sí mismo y no pude evitar echarme a reír de lo ridículo que era. Él me miró enarcando una ceja y se acercó a mí poco a poco, con una lentitud parecida a un depredador a punto de atacar a su presa.

—Dime, ¿a que parezco más malote? —preguntó con voz melosa.

—Lo que estás es idiota perdido además de que eres demasiado creído.

Me rodeó la cintura con sus brazos y me apretó contra él fundiendo sus labios con los míos de manera salvaje. Lo empujé por los hombros para separarlo y poder respirar pero él no me soltaba la cintura.

—Cuando me besas así me cortas la respiración, bestia.

Sonrió y empezó a darme besitos más suaves por toda la cara haciendo que me riera como una boba.

—¿Así mejor?

Asentí y escondí la cabeza en el hueco de su cuello; por el rabillo del ojo vi que seguía admirándose en el espejo y no pude evitar darle una pequeña colleja.

—¿Se puede saber por qué a veces eres tan creído? ¡Deja de mirarte!

Me eché a reír pensando que él haría lo mismo pero solo se encogió de hombros y vi un atisbo de tristeza en sus ojos, le acaricié el rostro y rocé mis labios con los suyos.

—¿Qué te pasa?

—No sé —contestó—. Quizás es que si no me lo digo yo, nadie me dice cosas buenas.

Se apartó de mí y se apoyó en el lavabo con la mirada fija en el suelo; me acerqué otra vez a él y lo cogí de las manos mientras le daba un beso en la frente.

—Nunca te he hablado de mi ex. —Le tembló la voz y seguía sin mirarme a los ojos—. Ella... entre otras muchas cosas me hizo creer que era un atontado que no servía para nada, que no tenía sangre en las venas y que siendo así solo conseguiría que la gente nunca me tomara en serio.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora