37. Abril

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—Qué mal me encuentro

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—Qué mal me encuentro... siento como si una banda de monos me estuviese machacando los ovarios. —Me quejé mientras colocaba mi cabeza en el respaldo del banco donde estábamos sentadas Claudia y yo.

—Aham...

La miré con el ceño fruncido; no me estaba prestando atención, estaba tecleando en el móvil veloz como un rayo.

—Te acaba de salir un grano enorme en la nariz. Joder parece que tenga vida y todo, creo que le pondré hasta nombre.

—Aham...

—¡Claudia! ¡No me estás escuchando!

Dio un respingo y se apresuró en guardar el teléfono después de haber apagado la pantalla para que no viese nada.

—Perdón, estaba hablando con mi madre pero sí que te estaba escuchando, si te encuentras mal puedes ir a la enfermería a que te den algo.

—Tengo pastillas en mi bolsa, subiré y me tomaré una.

Me levanté del banco y aunque aún faltaban diez minutos para que terminara el descanso, Claudia me acompañó a clase. Ella estaba demasiado entusiasmada por volver y cuando se sentó en su silla vi que en la mesa de al lado, donde yo me sentaba, había una bolsita de plástico con cosas dentro.

—¿Qué es eso? —pregunté sentándome en mi sitio.

—Mira hay una nota —comentó ella tendiéndome un papelito.

Primero miré dentro de la bolsa y vi varias tabletas de chocolate, una bolsa de chuches y un pequeño bote de cristal con manzanilla dentro. Tragué saliva porque me imaginaba quién me había dejado todo aquello. Cogí el papel que me había dado Claudia y el corazón me dio un vuelco cuando reconocí la letra de Andrew.

"Espero que con esto te sientas algo mejor hoy. La manzanilla es la de mi madre, así que seguro que te gustará. Que tengas un feliz día :)

Drew.

Pd: no compartas el chocolate con tu amiga. El chocolate no se comparte con nadie, ya lo sabes."

—¡Es monísimooo! Aunque lo odio por decir que no puedes compartir el chocolate conmigo, ¿de qué va?

Me había quedado algo atontada. ¿Cómo se podía acordar de lo que necesitaba en esos días? ¿Por qué tenía que ser tan detallista?

—¿Estás sonriendo?

Bajé las comisuras de los labios para formar una línea recta. Maldición. Sin darme cuenta estaba sonriendo como una idiota.

—¡Estabas sonriendo! —exclamó Claudia levantando los brazos y haciendo una especie de baile extraño sentada en la silla.

—No grites y no es verdad, no estaba sonriendo.

—Claro que no...

Puso los ojos en blanco y alargó el brazo para alcanzar una de las tabletas de chocolate pero se lo impedí escondiendo la bolsa de sus garras.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora