36. Andrew

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Si las miradas matasen estaba seguro que Carlota ya estaría muerta y enterrada

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Si las miradas matasen estaba seguro que Carlota ya estaría muerta y enterrada. Abril, desde el otro lado de la mesa, no paraba de mandarle miradas asesinas a su amiga por el simple hecho de estar hablando conmigo como si entre nosotros no hubiese pasado nada y la verdad es que me divertía verla así. Estaba monísima con esa carita de enfurruñada; sacando morros, entrecerrando los ojos, frunciendo el ceño... de vez en cuando la miraba de reojo y tenía que controlarme para no sonreír.

Todo había empezado con unos mensajes crípticos de Miriam por la mañana, me decía que no dijera nada pero que me invitaba a un café en una cafetería nueva y que traería a varias sorpresas. No sabía a qué se refería, así que me comporté como un pesado de cojones y al final me explicó todo el plan. Habían quedado con Abril por la tarde y querían tenderle una inocente emboscada invitándonos a Héctor y a mí porque tanto Miriam como Carlota estaban hartas de ver a Abril lloriquear y quejarse del mentiroso de mierda, es decir, yo. Así que querían que nos reconciliáramos pero no estaba muy seguro de que su plan funcionara porque era un poco complicado reconciliarse con alguien delante de cuatro personas más. Héctor me estuvo insistiendo toda la mañana para que no fuera, decía que era una pérdida de tiempo, ya que Abril se cerraría en banda y no querría hablar conmigo. Pero no pensaba rendirme, así que acepté y fui a la reunión.

Carlota estaba encantada de conocerme, no paró de interrogarme y lanzarme indirectas sobre su amiga, la amiga que en aquellos momentos quería asesinarla. Miriam, por su parte, no dejaba de descojonarse y de vez en cuando se quejaba porque Abril le daba patadas y mientras tanto Héctor charlaba con Claudia que estaba un poco fuera de lugar aunque a veces la pillaba riéndose por las caras que hacía Abril.

En un momento dado ella me miró y sentí como el mundo desaparecía a nuestro alrededor. Esa conexión que había sentido tiempo atrás volvía para... mierda. Me había sacado el dedo corazón mientras gesticulaba un: «fuck you» bastante claro. Lo tenía difícil, bastante difícil.

Pero tal y como decía la canción It's my life... es ahora o nunca. Si tenía que morir, moriría con las botas puestas. Venga Andrew, valiente, máquina, genio.

Carraspeé y toda la atención se posó en mí pero mis ojos solo se dirigieron a esos ojos avellana que me rehuían la mirada a propósito.

—Abril —hacía tanto tiempo que no la llamaba por su nombre que se me hizo muy extraño—. ¿Podemos hablar un momento?

Sus amigas se giraron hacia ella sonriendo como auténticas locas; estaban ilusionadas, felices... pero se les congeló la sonrisa cuando Abril se levantó y sin tan siquiera mirarme dijo:

—Déjame en paz.

Se fue de la cafetería sin decir ni una sola palabra más y para qué mentir, me sentí como una mierda seca en medio de la calle. Se creó un silencio incómodo entre todos que solo fue interrumpido por el sonido de la silla de Héctor al levantarse.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora