23. Abril (Parte 1)

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Mi corazón daba volteretas y martilleaba con fuerza contra mi pecho

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Mi corazón daba volteretas y martilleaba con fuerza contra mi pecho. Estaba exultante. Feliz. Flotando en una nube.

Cuando nos separamos del abrazo, Drew me sostuvo la cara entre sus manos y apoyó su frente en la mía, nos quedamos así un buen rato, observándonos y sonriéndonos como dos auténticos idiotas. Le brillaban los ojos como dos soles. Le caían varios mechones por la frente. Tenía las mejillas sonrojadas y esbozaba una sonrisa perfecta. Estaba guapísimo.

Agarré su camiseta y tiré de él para poder disfrutar otra vez del roce de sus labios. Nuestras respiraciones entrecortadas se volvieron a mezclar. Mi cuerpo quería ir más allá. Quería más de él. Quería profundizar más en él. Pero entonces Drew se separó, respiraba agitado y tenía los labios enrojecidos.

—O paramos o vamos... bueno, voy a tener un gran problema.

Sonrió con timidez y lo capté al instante. Quizá no era el momento ni el lugar.

Entonces se agachó un momento y recogió algo del suelo, hasta que no se volvió a levantar no vi que se trataba de la flor que me había puesto horas antes en el cabello.

—Se te ha caído esto, con la efusividad del momento...

Se mordió el labio inferior intentando sofocar una risita mientras me colocaba otra vez la flor entre los mechones despeinados de mi cabello. Nuestras miradas volvieron a conectar y tuve que tragar saliva para no volver a lanzarme a su cuello.

—¿Quieres que te acompañe a la residencia?

—¿Ya me quieres perder de vista?

Acarició mis sonrojadas mejillas con suavidad.

—Eso nunca.

Me dio un beso en la frente y pasó uno de sus brazos por mis hombros para empezar a caminar juntos. Dudé un poco y al final le rodeé la cintura con el brazo.

—Pues dentro de dos semanas me perderás de vista.

No pude evitar sonar algo triste. Me apenaba muchísimo tener que dejar Londres y sobre todo después de lo que acababa de pasar. La despedida sería horrible y la verdad es que preferiría no tener que despedirme de él.

—No pienses en eso, vivamos el presente, ¿vale? Aún quedan muchos días.

Su voz se apagó y evitó mirarme durante todo el camino. No volví a sacar el tema porque no quería angustiarlo más de lo que ya estaba, me apenaba verlo así pero lo peor era pensar en el momento en el que me iría a casa. Él en Londres y yo en Barcelona. Nos separarían miles de kilómetros y no podríamos hacer nada para evitarlo.

Me apretujó contra él y apoyé mi cabeza en su hombro mientras le acariciaba la espalda. Se había instalado un silencio de lo más raro entre nosotros, parecía mentira que minutos antes estábamos besándonos con ganas en el Tower Bridge.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora