50. Andrew

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En el avión ya echaba jodidamente de menos a Abril

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En el avión ya echaba jodidamente de menos a Abril. En cuanto llegué a la ciudad le mandé un mensaje diciéndole que ya había llegado y que la echaba de menos y que ojalá estuviese allí conmigo. Porque aunque no se lo había dicho, lo que más deseaba en esos momentos era que hubiese cogido el avión conmigo y pasara esos días a mi lado pero no podía pedirle eso, para ella, pasar las navidades con su hermana y su madre era lo más importante.

Al llegar al piso, Lío me estuvo interrogando sobre lo que había pasado con Abril. Ni un hola, ni un cómo estás amigo mío, nada. Lo que le importaba era saber qué había pasado con ella, ni tan siquiera dejó que descansara al menos cinco minutos. El muy pesado no paró hasta que estuvo satisfecho con todas mis explicaciones. Aunque él ya lo sabía, le expliqué todo lo que pasó desde el día que me mandó a la mierda en los pasillos de la escuela hasta la noche de la cena dos días atrás y se puso muy feliz al saber que habíamos arreglado nuestra relación. Durante aquellos dos días que pasé en Londres antes de ir a Hastings, no solo Lío me interrogó; también pasaron por casa Rick y Keyla deseando saber todos los detalles y cuando digo todos, me refiero a TODOS. Pero obviamente me negué a dar detalles de aquella noche perfecta con Abril, porque eso solo podía quedar entre ella y yo.

A pesar de que seguía hablando con Abril cada día, la echaba muchísimo de menos. Mientras paseaba por las calles de Hastings con mi madre, no dejaba de imaginar lo mucho que le gustaría estar allí y pasear por esa ciudad costera de edificios bajos y coloridos. Llevábamos todo el día de compras y yo ya estaba agotado de entrar en tantas tiendas y comprar decenas de regalos para las tías, los tíos, los primos, las primas... estaba hasta los cojones pero no me podía quejar porque la señora que me dio la vida podía darme un collejón que me mandaría de vuelta a Barcelona... bueno, eso no estaría tan mal.

—¿Me estás prestando atención? ¡Tenemos que escoger un regalo para la tía Penny!

Rodé los ojos y cogí un set de té de una estantería para enseñárselo. Seguro que la tía Penny ya tenía bastantes sets de esos pero me daba igual.

—Ya tiene muchos —dijo ella colocando los brazos en jarra, su postura favorita.

—Mamá, es tarde, estoy cansado, quiero irme a casa... por favor coge esto y vámonos.

—Llamaré a Abril para que te espabile en cuanto vuelvas a Barcelona, no puede ser que con veinte años te canses enseguida.

—Llevamos todo el día dando vueltas. Todo. El. Día. —Remarqué palabra por palabra para que le quedara bien clarito el mensaje.

—Me da igual, me quejaré igualmente a Abril.

Rodé los ojos y agradecí que la bruja de mi madre no tuviera su número de teléfono; sabía que se harían amigas enseguida y acabarían conspirando contra mí.

El día de navidad llegó y mi madre me obligó a pasar todo el día en la cocina ayudándola a preparar el pavo que debía pesar al menos diez quilos. Ese bicho era enorme. Preparamos el relleno, la salsa, las guarniciones... y yo solo podía pensar en Abril. De vez en cuando me quedaba algo alelado recordando sus besos, sus caricias, sus mordisquitos en mi cuello... y claro, obviamente me llevaba un collejón de mi madre por quedarme atontado mientras preparaba las guarniciones. Esa mujer tenía la mano demasiado larga.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora