Llevaba dos días intentando acabar la canción para la clase de composición del conservatorio pero no había manera. Mi mente estaba en blanco y estaba desesperado, desde que había entrado en el conservatorio, no encontraba la forma de crear buena música y no sabía el porqué. Supongo que no me sentía lo suficiente motivado y eso me cabreaba porque desde que mi madre se gastó sus ahorros en mi primera guitarra, mi sueño era ser alguien en el mundo de la música y de momento no lo estaba consiguiendo, lo peor de todo era la sensación de que estaba fallando a mi madre y a mí mismo.
Unos golpes en la puerta de la habitación me despertaron de mis ensoñaciones y la cabeza de Lío apareció en la rendija de la puerta.
—Andy, en breves tenemos ensayo, así que deberíamos irnos ya. ¿Estás bien?
Suspiré hondo y asentí. No quería llenar la cabeza de mi amigo con mis problemas porque él ya tenía suficiente con sus cosas. Me levanté de la cama y cogí una sudadera del armario porque aquel día estaba nublado, como mi mente.
Llegamos al garaje, que nos servía de local de ensayo mientras buscábamos uno, y entramos directamente, ya que el garaje pertenecía al tío de Lío y podíamos entrar cuando quisiéramos. No era un sitio muy grande, pero nos servía para nuestros ensayos. No éramos profesionales pero nos lo tomábamos en serio porque nos servían para mejorar y coger confianza.
Los demás empezaron a llegar, primero aparecieron Keyla y Rick, cinco minutos más tarde apareció Mara y me dedicó una sincera sonrisa en cuanto me vio.
Cada uno se fue hacia sus instrumentos mientras yo sacaba mi Fender roja de su funda. Ellos dejaban los suyos en el garaje pero yo no podía dejar la Fender allí, un día lo intenté pero acabé yendo a por ella porque no podía dejar de pensar en que si alguien entraba en el garaje me la robaría y me quedaría sin ella. Mi nivel económico no me permitiría comprarme otra, así que tenía que protegerla hasta con mi vida. Siempre he sido muy exagerado.
Rick estaba con su teclado, Keyla con la batería un poco más atrás, Lío con el bajo a mi izquierda y Mara, la segunda guitarra, a mi derecha. Yo me situaba en el centro, me había tocado ser la voz y la guitarra principal porque era el único que cantaba bien. De hecho ellos me decían que cantaba genial, como los ángeles, pero yo nunca me lo creía, para mí, Rick cantaba muchísimo mejor que yo pero todos votaron por mí a la hora de elegir la voz principal y él aceptó ser la segunda voz.
Empezamos tocando algunas de nuestras canciones preferidas y por lo tanto, las que se nos daban mejor, ya que las habíamos tocado millones de veces. Cada vez que nos reuníamos para tocar me sentía feliz, libre como un pájaro y me llenaba de vida, pero aquel día estaba tan obtuso que la cagué en algunos acordes, haciendo que mis amigos perdieran el ritmo por culpa de mis fallos.
—Creo que será mejor que descansemos un rato —bufó Keyla apartándose de la batería—. Andy no estás muy concentrado, ¿qué te pasa?
Los demás dejaron sus instrumentos y se acercaron a mí que ya había dejado la Fender en el suelo y me había sentado junto a ella. Suspiré hondo y no contesté, no sabía la respuesta a la pregunta de Keyla, así que no tenía ninguna explicación respecto a mi estado de ánimo.
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Siempre nos quedará Londres #1 #PGP2024
Novela Juvenil«Solo somos dos almas rotas destinadas a encontrarse». Abril solo tiene clara una cosa en su vida: no quiere saber nada de chicos. Pero el destino le tiene preparada una sorpresa cuando decide hacer un viaje a Londres junto a su inseparable amiga...