53. Abril

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No estaba bien, era obvio

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No estaba bien, era obvio. Por una parte estaba tranquila porque el Imbécil estaría mucho tiempo sin ver la luz del sol, sin embargo no podía evitar estar en constante tensión. Mi madre quería ayudarme, no me hablaba de lo que había pasado, pero sí intentaba distraerme organizando salidas de chicas. Con mis amigas... hablábamos por mensaje pero hacía tiempo que no las veía, quería verlas, claro, pero odiaba que me mirasen con cara de pena.

Y Andrew. Él. El chico que más feliz me había hecho en toda la vida. El chico que lo daría todo por mí. El chico que me tenía locamente enamorada.

Sin embargo, no lograba sentirme a gusto con él. Y todo desde la agresión. Cada vez que estaba con Andrew y cerraba los ojos, las imágenes del Imbécil volvían a mí una y otra vez. Sabía que el británico no tenía la culpa, sin embargo, me sentía mejor si me mantenía un poco apartada de él. Cuando se fue de casa para volver al piso que compartía con Héctor, me sentí aliviada porque su presencia empezaba a ahogarme. No por él, Andrew se había portado genial conmigo. Lo que me pasaba era que no podía ir más allá porque el mero hecho de dejar que sus manos recorrieran mi cuerpo, hacía que me tensara pensando en las sucias manos del Imbécil. Y no sabía qué hacer. No quería perderlo pero tenía la sensación de que ya lo estaba perdiendo y eso me consumía poco a poco.

Sofía volvió de la casa de su amiga poco después de que se marchara Andrew; estuvimos hablando horas, llorando, riéndonos y comiendo chuches hasta que nos dolió la barriga.

Faltaba muy poco para volver a empezar las clases, no me sentía preparada pero mi psicóloga insistió en que era mejor volver poco a poco a mi vida normal. A Laura, mi psicóloga, aún no le había contado nada sobre Andrew, ni mis dudas, ni mis miedos... nada, y tenía que hacerlo tarde o temprano porque sabía que ella me podría ayudar.

Gracias a ella había conseguido volver a salir a la calle sola, sin miedo a que nadie me atacara ni me persiguiera ni me hiciera daño. El primer día que salí sola lo pasé fatal, no dejaba de mirar hacia atrás por si alguien me perseguía y volví a casa a los diez minutos. Poco a poco conseguí pasear por la calle con tranquilidad y sin pensar en cosas malas, así que como ya podía salir a la calle sin ningún problema, mis amigas insistieron en quedar para tomar un café y charlar tranquilamente. Hacía días que no las veía y la verdad es que las echaba muchísimo de menos.

Habíamos quedado en la cafetería nueva que fuimos mucho antes de navidad, en cuanto las vi esperándome en la puerta, me lancé hacia ellas para abrazarlas con fuerza. No pude evitar echar una pequeña lágrima al estar en los brazos de mis queridas amigas; después de la agresión habían hablado conmigo también vinieron a visitarme a casa, sin embargo estuvieron poco rato porque yo no me sentía bien. Aquel día era el primero que quedábamos fuera de mi casa y que podríamos estar horas y horas charlando sin parar.

Al entrar, nos fuimos directas a la terraza interior y nos sentamos en una mesa al lado de la pequeña fuente después de pedir nuestros cafés y bollería para desayunar.

Siempre nos quedará Londres #1  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora