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Luna.

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El día comenzaba nuevamente en el local, ambas chicas estaban un poco shockeadas aún por la visita de los jugadores de River. Luna no creía que Bruno había recomendado a su local a los jugadores, aunque fuese amigo de su familia, la vida del jugador estaba llena de lujos y probablemente prefería tatuarse con alguien mucho mejor que ella. En este momento, se encontraba tatuando a una chica que había reservado un turno justo en el momento en que Enzo y Julián se fueron, no tenían tanto reconocimiento y por eso les llamaba la atención a las chicas la visita de varias personas últimamente. 

Repasaba las líneas de aquella margarita que estaba ya impregnada en la piel de la chica, se desconocía el significado pero el las manos de la morocha, todo se volvía único. La campanilla de la puerta principal sonó sin desconcentrar a Luna, quién poco a poco terminaba de vendar aquel tatuaje. Le explicó a la chica como curárselo y como hidratarlo, al ser un tatuaje grande tenía que tener más cuidado con la sanación, pero el grito de Martina desde la recepción la interrumpió en medio. 

—¡Luna! — La chica intentó mirar por la pequeña puerta por si podía ver que se trataba aquel llamado, pero debido a su baja estatura no pudo hacerlo, obligándola a salir del estudio. Se sacó los guantes negros de látex, caminó hacia el sitio donde estaba Martina y se encontró nuevamente con aquellos ojos que la miraron con cierta obsesión unos días atrás. — Tenes un cliente.  

Sonrió como si se tratase de cualquier persona común pero obviamente no era una persona corriente. La sonrisa perfecta de Enzo apareció luego de verla mientras que Julián reía por lo bajo al verlo tan bobo a su amigo. La chica que estaba en el estudio terminó de cambiarse y salió del local con una sonrisa estando satisfecha por su tatuaje, se despidieron de ella y la atención volvió a hacerse presente en ambos chicos. 

—¿Se te infectó? — Preguntó preocupada la morocha mientras se acercaba un poco al cuerpo de Enzo. Rápidamente negó con la cabeza y se bajó un poco el cuello de su camiseta para mostrar lo bien que estaba cicatrizando el tatuaje que le había hecho hace a penas dos días. — ¿Entonces por qué viniste? — Ríe nerviosa debido a la cercanía con el morocho y además de su sonrisa que lograba hipnotizarla. 

—Quiero hacerme otro. — Una voz bastante grave causó cierto escalofrío en la piel de Luna, se podría decir que fácilmente Enzo la estaba seduciendo con la mirada y con su profunda voz. La confusión se adueñó de la cara de Luna, parecía más ser de extrañeza debido a que nunca le había pasado una cosa así?

¿Otro en dos días?, pensó mientras fingía una sonrisa al verlo a los ojos. Volteó sobre sus talones para mirar a Martina que estaba igual de sorprendida que ella, simplemente alzó los hombros y le dió una mirada especial para que accionara. 

—¿Queres pasarme el diseño y el lugar? — Sonríe nerviosa debido a que tenía un leve presentimiento por donde venían las cosas. Luna intuía la razón por la cuál Enzo volvía, parecía darse cuenta como el morocho la miraba sin filtro. 

—En el pecho y, este diseño. — Señaló a la libreta de Luna que había dejado arriba de la mesada, Martina se reía debido a que el diseño era exclusivo y a Enzo se le notaba cada vez más las ganas por Luna. 

La chica lo miró sorprendida, hace un rato había terminado aquel dibujo y no planeaba ponerlo a la venta, menos tatuarlo en un jugador de futbol. Su vista se desvío a Julián, quién alzó los hombros sin decirle nada, sabiendo que sabía todo. Asintió con la cabeza ya que no se recuperaba de la sorpresa y se llevó la libreta para poner el diseño en el soporte. La cabeza de Luna daba mil vueltas en dudas, no lograba juntar las piezas del rompecabezas para descifrar a aquel morocho alto con sonrisa perfecta, tanto que poco a poco se sentía un poco incomoda con su presencia, aunque esa no fuera la reacción que esperaba Enzo.

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora