ღ •*° extra 4.

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Honeymoon Avenue.

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Desperté gracias a la luz del sol entrando por la ventana, me refregué los ojos sintiendo una punzada debido a que miré muy de frente la luz y volteé hacia el otro lado de la cama, encontrando aquella espalda toda tatuada y con aquella luna en el hombro. Me mordí el labio inferior mirando cada detalle, era increíble pensar que ahora era todo mío y que podía decir que era mi marido. No sólo me había sorprendido con el tatuaje nuevo en su mano y la llegada de mi familia al casamiento, también me había sorprendido con el destino de nuestra luna de miel, ahora nos encontrábamos en Suiza después de una semana del casamiento. 

Fue una noche espectacular, bailé como nunca y me divertí junto al amor de mi vida. Agarré mi celular viendo las fotos de aquel día, iba a poder recordarlo todos los días debido a mi fondo de pantalla y gracias a Martina, quién había sacado la foto justa del beso que nos dimos al terminar la ceremonia. Enzo se volteó en el momento menos esperado y abrió los ojos con un poco de molestia, me reí con ternura al verlo y acaricie su cara. Teníamos el día completo para ir a la montaña a visitar y conocer, íbamos a ir a comer primero para después ir a hacer culo patín por toda la montaña y así demás cosas. Me estaba por levantar de la cama para ir a prepararme pero Enzo se abrazó rápidamente a mi cuerpo y apoyó su cabeza en mi pecho para que no me levante. 

—No, no voy a dejar que te vayas. — Dijo con una voz ronca mientras acariciaba mi cintura, me reí de él y correspondí su abrazo. 

—Tenemos que aprovechar a ir ahora, dicen que después hace mucho más frío. — Bufó mientras no planeaba soltarme. 

Probablemente la noche anterior lo había dejado bastante cansado y simplemente quería dormir un poco más, pero permanecía con la idea de ir ahora para que no se enfermara por el frío, sabía que cuando volviéramos tenía partidos importantes y no podía dejar que tuviera problemas. 

—¿Y si vamos mañana? — Comenzó a besar mi cuello para intentar convencerme, pero estaba bastante segura de que no habría forma de hacerme cambiar de opinión. 

—Mirá, tobogán de piojos, yo no te voy a cuidar si terminas enfermo y menos voy a jugar los partidos por vos. — Se sentó en la cama mientras me miraba indignado por lo que decía. 

—Que buena forma de hablarle a tu marido, prometiste cuidarme en la salud y en la enfermedad. — Dramatizó mientras agarraba su celular haciéndome largar una carcajada. — Y si me pelé fue porque mi mamá me dijo que me quedaba feo el rubio. 

—Lo único que espero, es que te crezca rápido, quiero verte con el flequillo loco otra vez. — Le acaricie la cabeza y me levanté de la cama con la sábana enredada en mi cuerpo. 

Enzo me miró con una sonrisa mientras se mordía el labio inferior, sabía que amaba que me viera así después de una noche como la de ayer. Me entré a duchar mientras escuchaba como Enzo ponía música en el parlante de la habitación, me reí mientras escuchaba la canción que ponía y como entraba bailando al baño. Comenzó a lavarse los dientes mientras yo lo observaba corriendo la cortina, estaba completamente enamorada de él y no tenía dudas de ello. 

Díganle, que sigo enamorada, cuéntenle, que me hace tanta falta. — Cantó usando el cepillo de micrófono, amaba lo espontaneo que podía llegar a ser y lo gracioso que a veces era. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora