𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©

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Saber pedir perdón.

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Guardaba mis cosas en la valija mientras Martina me veía desde la cama de enfrente, cansada de decirme que no era buena idea irme sola a Argentina otra vez. Lo que había pasado con Enzo me dejó muy mal, ni siquiera puedo mirarlo a la cara cuando está cerca y menos hablarle, no me daría la cara para hacerlo. Observé mi buzo blanco con aquella mancha de vino gigante que lo decoraba desde ese día, la culpa era demasiada y no tenía la valentía suficiente para hablar con él.

—Luna, dale no seas caprichosa. — Dijo Martina sin signos de rendirse ante pedirme que me quedase hasta que terminará el mundial.

—No es de caprichosa. — Me volteé molesta para contestar, dejé de hacer lo que estaba haciendo y me senté en la cama. Sentía que estaba viviendo sin un corazón desde esa noche, me sentía culpable y con vergüenza por haberme portado así. — No tengo motivo para quedarme Mar. Vine a acompañarte pero estas con Juli, no veo necesidad de seguir acá.

—Habla con él, decile lo que sentís y que no fue tu intención hacerlo sentir mal. — Repitió Martina lo que hace rato me estaba diciendo, volcó los ojos como si fuera la décima vez que me lo decía.

Apreté los labios sin saber que más decir, la verdad era que volví a sentir muchas cosas por Enzo en este lapso de tiempo, al parecer más fuertes de lo que había sido antes. Siempre fui mala al expresar mis sentimientos a alguien, la realidad es que siempre dejé que los demás dijeran esas cosas y yo simplemente responder con un "yo también"; y nunca decirlo. Quizás porque no era la persona indicada para decirle un "te amo" o "te quiero", pero me costaba tanto no poder decir esas simples palabras que parecen fácil decirse.

Me ahogaba en mis propios sentimientos y precisamente no encontraba una razón digna para decirle a alguien que lo amaba.

—Creo que ni me quiere ver, — Dije mientras miraba a un punto fijo de la habitación. — no tiene ningún tipo de sentido.

—¿A qué te referís con "no tiene ningún tipo de sentido". — Cuestionó la castaña con extrañeza y se metió un bizcochito a la boca. Martina parecía estar en un picnic mientras que a mí me agarraba un ataque de crisis.

—Nuestra relación está rota desde que me mintió, no tiene sentido que arregle las cosas con él. — Aclaré apoyando mi mano en mi mentón para sostener mi cabeza.

—A ver Luna, es obvio que vos sentís cosas por él y claramente él también por vos. ¿Por qué te querés rendir tan fácil? — Cuestionó como si fuera una obviedad, la verdad es que las charlas con Martina me ayudaban a aclarar mis dudas internas sin tapujos. —; un tipo como él que te quiere y hace de todo por llegar a vos, ¿Dejarlo ir así de fácil?

Aunque Enzo no se parecía en nada a mis relaciones anteriores, aún seguía con ese miedo de que me volviera a mentir. Que me mienta y yo creerle.

—Yo... — Titubié con la garganta cerrada, sentía que lloraría en cualquier momento debido a la situación. — yo no quiero dejarlo, pero no puedo evitar pensar en que me va a mentir o algo así. No quiero que me haga mal.

—Sí no le das una oportunidad nunca lo vas a saber. — Dijo con una sonrisa y acarició mi mejilla, secando la pequeña lágrima que se me había escapado. — Él cometió un error una vez, la vida se trata de aprender sobre tus errores, así como saber perdonar y sanar. Yo sé por lo que pasaste, de verdad creo que está vez va a ser diferente. La gente cambia, hay que saber perdonar y sanar las heridas. ¿Vas a desarmar la valija o te vas a ir sin luchar por el tipo que querés?