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Sueño.

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Iba de camino hacia la playa junto a Enzo, miraba por la ventana mientras sentía el vientos corriendo por mi cara, aquella brisa calurosa sería una de las cosas que extrañaría más de aquel país. Había vivido tantas cosas en ese mes que ni siquiera podía creerlas, tantas cosas aprendí y tanto sufrí para aprenderlas. Volteé a mirar a Enzo, manejaba con tranquilidad y serenidad aunque parecía más ansioso que yo, llevaba unos lentes de sol junto a su gorra blanca hacia atrás y una remera blanca. 

Los recuerdos me invadieron con cierta nostalgia, sabía que quedaba poco para que aquellos momentos se acabarán, mi decisión no cambiaría y por más que me doliera, debería dejarlo ir. Mañana me sacarían los puntos de mis muñecas y me sentiría más libre para volver a casa, me preocupaba un poco que mi mamá se diera cuenta de las heridas y mi hermano menor peor todavía, no sabría como explicarles aquella situación y como sentí la presencia de mi papá en mi peor momento. 

Finalmente habíamos llegado a la costa, Enzo estacionó el auto en la cornisa y colocó el cubre parabrisas para que el sol no lo dañara. 

—¿Y ahora? — Preguntó con una sonrisa y aquella voz ronca que podía volverme loca de sólo escucharla. Sonreí instantáneamente sin posibilidad de ocultarlo. 

—Ahora vamos al agua — Dije mientras me bajaba del auto y agarraba un par de cosas en mis manos, siempre con delicadeza por los puntos. —, y yo voy a llegar primero. — Salí corriendo mientras reía hacia la costa, tiré las cosas en el camino al igual que mi ropa dejando el nada más mi bikini mientras veía que detrás mío venía Enzo con una gran sonrisa. 

Sentí la fría agua en mis pies llegar hasta mis muslos y finalmente tirarme con rápidez, el día era perfecto para pasarlo junto a él y declarar esto como una despedida. Al salir del agua sentí las manos de Enzo sobre mi cintura mientras me levantaba, enredé mis piernas en su cintura mientras me reía de la felicidad que sentía en ese momento, me olvidaba que sería uno de los últimos momentos que viviría así con él. 

Me sonrió, eso realmente me causó tanta tristeza haciendo que mi sonrisa se desvaneciera con lentitud, se veía tan lindo con esa sonrisa única que tenía y que a partir de ese momento, viviría en mis recuerdos para siempre. Unió sus labios con los míos sintiendo aquel gusto salado al mar en ellos, Enzo causaba que se me pusiera la piel de gallina con sus besos, no entendía como podía provocar tantas emociones con un beso o con un tacto tan pequeño. 

Me bajó de sus brazos sin sacar sus manos de mi cintura, aún me sentía un poco insegura con los cortes en mi abdomen y muñecas, agradecía que no hubiera gente en el lado de la playa donde había elegido. Su pulgar se deslizó por mi costilla hasta llegar al tatuaje de las tres mariposas en ella, acarició aquel tatuaje como si fuera porcelana y seguido, me miró con felicidad. 

—¡Uy, mirá! — Señaló a la arena en el mar, haciendo que me sobresaltase pensando que se trataba de un agua viva o algo parecido, pero simplemente me empapó nuevamente con sus brazos. 

Eso comenzó una guerra de agua entre los dos, corría de él pero era capaz de atraparme como si fuera una de las mariposas que estaban en mi piel. Todo era una referencia a que parecía un sueño, estar los dos juntos de esa manera, felices. 

Me abrazó por la espalda luego de tantas echaderas de agua y finalmente miramos hacia el resto del mar. Sonreí atesorando cada momento a su lado, sus labios se dirigieron a mi cuello dejando besos con sal, mientras acariciaba las cicatrices de mi abdomen. Enzo valía la pena, siempre valió la pena, pero las cosas que interrumpían que estuviéramos juntos eran más importantes para los dos. Él volvería a Portugal, yo volvería a Argentina por unas semanas y luego me iría a Londres para asistir a la academia, no podría soportar tantos kilómetros de distancia con él. Sé que quizás si nos lo proponemos se puede, pero no puedo evitar estar lejos de él desde ahora, no hay otra posibilidad. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora