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Mariposas.

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Ambos nos dirigíamos al famoso "Pancho 46" para cenar después del recital, me sentía feliz después de haber vivido esa experiencia con él. El camino estaba lleno de anécdotas entre nosotros y me contaba sobre su paso por Defensa y Justicia, Enzo había sufrido mucho por eso pero se empeñó para mejorar y finalmente lograr debutar en River. Verlo hablar así del club y de sus compañeros me transmitía la misma emoción que él tenía en el momento, sentía que conocía todo de él a este punto y él de la misma manera que yo. 

Pedimos unos panchos y nos sentamos sobre las mesas, me encantaba que no hubiera un status social específico entre los dos. Enzo a pesar de tener mucha plata, aún mantenía a su pibe de barrio interno y a veces ni parecía que fuera uno de los mejores jugadores de River. Era increíble su dualidad siendo un adulto y niño a la vez, estaba enamorada de esas dos partes de él y también de lo bueno que podía ser a veces. Eran las tres de la mañana y no había nadie en el negocio, simplemente estaba abierto porque se trataba de un fin de semana y obviamente había gente como nosotros que cenaban a esa hora. 

—¿Quién era el pibe que vino la otra vez? — Preguntó mientras le daba un mordisco a su pancho, quiso disimular su curiosidad en esa pregunta pero claramente me di cuenta y me reí por su intento de no ser muy obvio. Dudaba en si decirle que Lucas era alguien que había tenido algo conmigo, pero también tenía el pensamiento de que no podría ocultarle nada, no a él. 

—Mi ex. — Dije mientras me comía una papa y lo miraba con una sonrisa escondida, su cara cambió por completo y casi que me podría matar con la mirada. 

—Ah. — Dice bajando la mirada y alzando las cejas junto con un puchero, realmente su intento de disimular sus celos fue en vano ya que eran muy notorios. 

—¿Qué? — Dije para picarlo un poco ya que era la primera vez que lo veía celoso y por otro lado me gustaba, se veía tierno y a la vez gracioso como no podía expresar las palabras que quería decirme. 

—Nada. 

—¿Estás celoso? — Lo miré fingiendo sorpresa y este negó con la cabeza haciendo un puchero, dejé la comida sobre la mesa para hablar más sobre el tema. 

—Nah, nada que ver. — Alargó un poco molesto y alzó los hombros intentando excusarse, me era imposible contener mi risa interior pero el horno no estaba para bollos claramente. — Alto fantasma igual. 

Lo miré un poco confundida a su comentario, la escena me daba más gracia que preocupación y no podía aguantarme las ganas de sonreír. 

—¿Por qué? 

—Que se yo, no da que te tire los perros mientras estás trabajando. — Terminó el pancho debido a la ansiedad que le causaba la situación, lo observé fijamente y simplemente me miró alzando los hombros. — No me mires así, vos sabes que tengo razón. — Miró hacia otro lado mientras me mordía el labio inferior por la ternura que me causaba, casi que me lo quería comer de verlo así todo enojado. — ¿Por qué cortaron? 

Preguntó con intriga sin ocultarlo está vez, bajé la mirada mientras me reía por sus expresiones faciales. Cada vez estaba a un paso más de caer en un pozo donde no podría salir nunca. 

—Porque era muy celoso, — La cara de Enzo cambió totalmente a una de preocupación y casi que se puso blanco de la pena, me reí en su cara para tratar de tranquilizarlo pero lo dejé aún más confundido. — también me trataba mal, entre otras cosas. 

Finalmente Enzo volvió a respirar normal y se tocó el pecho con una sonrisa, las bromas nos habían llenado la noche. Nos congeniábamos tan bien que hasta parecía que podíamos tener un gran futuro armado, tal vez sólo era yo precipitándome mucho.














































𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora