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Derrumbe. 

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Quedaba una semana para la final, se sentían los nervios en el ambiente y también la ansiedad de los chicos por jugarla, prefería reservarme la ansiedad para el día en el que se ejecutaría el partido. Mi cabeza daba vueltas en una sola cosa, en como poco a poco me estaba desmoronando internamente y disimulando que todo estaba bien, algo que me dolía demasiado. Me preguntaba seriamente si sería una buena idea irme con Enzo después de que todo terminase, no era broma lo que habíamos vivido en este mes y hace un año, parecía que todo iba en serio. Juraría que si fuera capaz de apagar mi cabeza por una hora aunque sea, me sentiría segura y feliz de mi misma. 

Me encontraba paseando con Julián por las calles de Qatar, buscaba un regalo especial para Martina y me llevó con él para que lo ayudase a encontrarlo. Ambos nos manteníamos callados en el transcurso del paseo, normalmente hablaría con él hasta por los codos pero últimamente me sentía decaída e intentaba disfrazarlo con una sonrisa. 

Si bien había hablado sobre Valentina con Enzo y aclarado las cosas, había algo que no me dejaba en completa calma y que me mantenía pensando todo el día. Me sentía culpable por desconfiar tanto de él, yo lo quería y debería ser diferente, pero al parecer mi corazón aún no se recupera de todo lo que pasó. 

No importaba cuantas veces Enzo me dijera que quería estar conmigo y que me amaba, algo no llegaba a convencerme del todo y eso provocaba la desconfianza que nos lastimaba a ambos. 

—¿Luna? — Julián llamó mi atención mientras miraba una vidriera que estaba frente a nosotros, claramente no lo había escuchado por andar en mis pensamientos y sólo hice un gesto para que volviera a repetir lo que no escuché. —, te decía si te parece ese anillo, ¿Todo bien? — Mostró preocupación, simplemente sonreí sin mostrar los dientes y asentí con la cabeza. 

¿Por qué era en lo único que pensaba? 

—Seguro le gusta, todo lo que sea brilloso le gusta. — Mantuve la vista perdida en aquel anillo que había frente a mí. 

—Evidentemente algo te pasa, no soy Mar pero sabes qué me podés contar cualquier cosa. — Se recostó sobre la columna del local y se cruzó de brazos, esperando a que finalmente dijera las cosas que pasaban por mi cabeza. 

Dudé bastante en hablar, sus ojos me prestaban cierta atención que me dejaban ver la disposición a escuchar que tenía. Julián era una de esas personas soporte, no importaba si él también la estaba pasando mal, estaría presente cueste lo que cueste. Apreciaba mucho su amistad, era un buen compañero y siempre lograba entenderme a la perfección, aunque también tenía en cuenta que era más amigo de Enzo que mío, por lo cual, su opinión siempre estaba dividida. 

—¿Vos decís...?, nada. — Me retracté al instante y bajé la cabeza nuevamente. 

—¿Qué? 

—A veces, siento que no soy lo suficiente para Enzo y que estaría mejor con alguien más, como Valentina. — Confesé sin esperar una respuesta de su parte, su expresión cambió radicalmente y se incorporó nuevamente. — Pienso que capaz lo nuestro es algo pasajero, que tarde o temprano se va a dar cuenta que se equivocó conmigo y va a volver con ella. Con ella se divierte y parece no tener tantos problemas como yo, es en lo único que pienso y siento que estoy rompiendo la relación así. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora