37

6.7K 450 61
                                        

Decepción.

┉┅━━━━━━━━━━━┅┉

Aquellos ojos marrones se reflejaban en el espejo, estaban hinchados después de llorar toda la noche y lo que quedaba del día. Se sentía insuficiente, como antes pero ahora un poco peor, además de sentirse como una tonta por confiar en alguien como Enzo. Las manos le temblaban y su cuerpo apenas soportaba su peso, se agarraba de la bacha del baño para no caerse, habían pasado tres días desde el incidente y no había probado ni un solo bocado de comida, algo peligroso para su salud. 

Apenas se levantaba de la cama, no conseguía las fuerzas necesarias para hacerlo y menos para mantenerse despierta. No era exageración, venía cargando con ese peso desde hace años y obviamente que eso no ayuda en progresar, sentía que se quedaba sin razones para seguir viva y continuar sólo por los demás, recordó aquella frase de la película con la que confirmó ciertas emociones que sentía: "Si querés estar viva, está viva por vos, no porque los demás quieren que lo estés". Las lágrimas brotaron nuevamente de sus ojos mientras miraba el filo que relucía en sus manos, está vez no sentía tanto miedo como antes y procuraba aguantar cualquier dolor, aunque nada era peor que el dolor que sentía dentro de ella en ese momento. 

Se miró nuevamente en el espejo sin poder parar de llorar, recordó cada palabra que Enzo le había dicho y como estás le atravesaron el corazón como navajas, exactas a la que tenía en su mano. Lamentaba tener que sentirse de esa forma, no poder ser lo suficientemente fuerte para poder seguir adelante y olvidarse de sus problemas, lo que la lastimaba no tener paz mental y que no importará la ayuda que recibiera, no había escapatoria de lo que ya era parte de ella. 

La depresión se le incrustó en el cuerpo como una hierba mala, como si sus venas fueran reemplazadas por aquellas enredaderas y simplemente necesitaba cortarlas para acabar con aquel sufrimiento. Metió las cosas de Enzo en su bolso y lo dejó afuera de la habitación, entre que Martina se acomodaba para volver a su correspondiente cuarto, Enzo no se había aparecido y se hospedaba en la habitación de Valentina. La chica pensó en tantas inseguridades que ni siquiera tuvo tiempo de detenerse al ver el líquido rojo caer sobre la cerámica blanca, apretaba su mano en forma de puño para que se esparciera más rápido y continúo con el siguiente brazo, con poca fuerza debido a la cortada pudo lograrlo. 

Soltó un grito de dolor al sentir como ardían aquellas heridas y como se había abierto de par en par su piel. Intentó hacerse de piedra pero falló en el intento, se miró una última vez en espejo viendo a qué punto había llegado después de tanto dolor. Se desvaneció dentro de la bañera vacía, lo último que llegó a ver fue como aquel líquido rojo manchaba cada parte del baño, cerró los ojos para largar un último suspiro ahogado. 

La respiración se le aceleraba y sentía el ardor en sus muñecas, esperaba a que nadie la encontrase para finalmente terminar con la tortura con la que vivía todos los días. Se trataba de un tema serio, no era simplemente que un amor le rompió el corazón, eran un conjunto de cosas que debilitaron su cabeza y corazón. 

Antes de perder por completo la razón, una imagen parecida a la de su padre se apareció a su lado quien le sonreía. Un brillo en sus manos le llamó la atención y esté acercó sus manos hacia sus muñecas, fue como si las llenará con aquel brillo y como si le diera a entender que lo había hecho bien, hasta que ya no pudo más. 

Era su momento pero, el destino le tenía una prueba más... 




























































𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora