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Idealización.

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Destrozada. No había otra palabra que pudiera describir como se encontraba Luna después de lo sucedido, hace días no iba al local para trabajar o si quiera para ver a Martina, se la pasaba encerrada en su habitación y no comía durante todo el día, a eso ya estaba acostumbrada. No lo entendía, ese juego de querer andar con dos mujeres y no tener vergüenza de hacerlo.

Luna estaba recostada en su cama, de costado junto a su celular, miraba el perfil de Valentina mientras sus ojos se hacían agua nuevamente, no mentía, las fotos eran la prueba. Estaban juntos desde que Enzo entró en Defensa y Justicia, su corazón se hizo chiquito al ver las fotos en las que estaban juntos y como todo había sido una farsa en su vida.
Finalmente hoy, decidió que sería mejor volver al local, aunque no estuviera bien mental ni físicamente.

Martina siempre la esperaría, todos los días desde lo sucedido esperaba que la puerta se abriera con Luna entrando al local, todos los días a la misma hora la esperaba con el mate pero siempre terminaba tomándolo sola, Luna no contestó ninguno de sus mensajes. Por dentro, Martina se llenó de odio al enterarse de lo que hizo Enzo y pensó que lo mismo haría Julián, tuvo que aclarar sus dudas con él para saber lo que en realidad pasaba.

Según Julián, Enzo buscaba a alguien que lo quisiera fuera de su fama, quería que alguien lo fuera a ver a los partidos importantes y que se sintiera querido por esa persona. Él lo apoyó, pensó que en cuanto conociera a esa persona, la dejaría a Valentina, pero ese no fue el caso. No entendía que era lo que lo llevaba a estar con las dos al mismo tiempo, ¿Qué le daba una que no podía darle la otra?

Valentina y Luna son dos polos totalmente opuestos, lo único que tienen en común es querer estar con Enzo. No comprendía cuál era el afán de quedarse con Luna si en su casa tenía a otra mujer.

—Volviste. — Dijo Martina con una sonrisa, Luna simplemente la abrazó haciendo que ella sintiera todo el dolor por el que estaba pasando. No mencionó nada y se quedó en ese abrazo, todo estaba muy sensible como para meter los dedos en la llaga.

Luna volvió por el simple hecho de que necesitaba la plata para vivir, tampoco le haría mal un poco de aire después de estar toda una semana en su casa y echada en su cama. Se le notaban las ojeras, estaba mucho más flaca y además, tenía la cara hinchada de tanto llorar, se suponía que el amor no debía doler.

La tarde continuó normal, las chicas atendieron turnos con la esperanza de volver a la normalidad, aunque eso nunca sería posible. Nada se sentía como antes con la ausencia de Enzo y Julián, brindaban cierta energía al lugar que llenaba la vida de ambas chicas. Pero, Martina ocultaba algo para Luna que esa tarde saldría a flote.










































La morocha se encontraba tatuando a un chico, había elegido un diseño muy parecido al que tenía ella en su brazo y parecía no dificultarle hacer el trabajo. La campanilla sonó a eso de las 16:20, Martina decidió adelantarse antes de que se acercará al estudio. Desde lo sucedido, Enzo había visitado el local desde antes de su entrenamiento y después, todos los días.

—¿Vino hoy? — Preguntó preocupado intentando ver si se encontraba dentro del estudio, Martina lo empujó un poco para que se alejara.

—No creo que sea el momento... — Justo después de decir esas palabras, se la ve a Luna saliendo con la mirada en el suelo mientras se sacaba los guantes, indicando que ya había terminado. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora