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Invitación.

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Caminé con incomodidad hacia el auto de Enzo, si bien me atraía un poco no debía permitir ningún tipo de coqueteo entre ambos, mantenerlo en lo profesional. Todavía tenía en mi mente a Lucas, nuestra relación había terminado por la falta de madurez de ambos pero últimamente estabamos intentando rehacerla, aunque dudaba debido a sus mentiras. Martina y Julián se sentaron en los asientos traseros del auto, algo me detuvo antes de abrir la puerta para sentarme con ellos, Enzo abrió la puerta del copiloto y me sonrió como si fuera una invitación a que me sentara a su lado. No sería nada fácil dejarlo en lo profesional a este paso. 

Sonreí un poco apenada debido a que no tenía intenciones de sentarme a su lado, pero las cosas no salían como yo quería y tuve que sentarme en el lado del copiloto para poder viajar a mi casa. La idea de hoy era que fuera a dormir a la casa de Martina y al día siguiente ir juntas al trabajo, pero había olvidado mis cosas en mi casa y ya estabamos bastante lejos de volver. El primero en bajarse fue Julián, era obvio que ellos vivían cerca de la cancha y del plantel debido a los entrenamientos. 

La siguiente fue Martina y juraría que fue el momento más incomodo de mi vida, estar a solas con el chico que me venía a visitar todos los días para un tatuaje, aunque fuera el más estúpido. Martina se despidió de nosotros y antes de entrar en su casa se vio perfectamente como guiñó un ojo hacia mi dirección, pasé mi mano por mi cara realmente frustrada por la situación mientras la sonora risa de Enzo se hizo presente. Volvió a arrancar y por un rato el silencio se hizo presente, mis mejillas ya eran dos luces rojas debido a la vergüenza que sentía, las miradas que Enzo me tiraba de a ratos las podía ver de reojo y realmente me daban un poco de risa. 

—Si tengo turno mañana. — Dije para romper el hielo y volteé a verlo. Una de sus perfectas sonrisas apareció mientras manejaba con una mano en el volante. Tenía cierta intriga de sus labios, parecían ser carnosos y más se notaba cuando sonreía, pero claramente debería quedarme con la duda antes de hacer algo. 

—Mañana paso, espérame. — Sus ojos brillaron por cuestión de segundos al pedirme que lo espere, se podría decir que mi corazón se desconfiguró y empezó a latir como si estuviera teniendo un ataque en ese momento. 

—Che... — Le llamé la atención dispuesta a decirle sobre la apuesta, volteó a verme un poco mientras mantenía la vista en el camino. — Nada, nada. — Me arrepentí al instante, tanto que no podía sacarme de la cabeza la sonrisa de curiosidad que me dedicó. 

—¿Qué? — Volvió a mirarme rápidamente y mantuvo la vista en el camino, realmente no sabía si decirle por miedo a que me rebotara. Negué con la cabeza con una sonrisa mientras una risa de él se hizo presente en el silencio, paró el auto a unas pocas cuadras de mi casa, volteé a mirarlo sorprendida y este sonrió. — No voy a ponerlo en marcha hasta que me digas. 

Sacó las llaves del motor y me miró fijamente a los ojos esperando a que le dijera la propuesta, realmente sabía como hipnotizar a una persona con esos ojos, aunque quisiera hacerme la fuerte no podría contra ello. Ni contra su sonrisa. 

—Nada, en serio. — Insisto para que finalmente me deje en mi casa y evitar esta conversación, la sonrisa en su cara no se borraba aunque le dijera todo lo contrario a lo que quería escuchar. 

—Bueno, nos vamos a quedar acá hasta que me lo digas. — Se guardó las llaves en el bolsillo de su pantalón deportivo y sacó su celular con la intención de entretenerse, colmando mi paciencia. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora