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Veinte.

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Sonaba Prófugos de Soda Estéreo en aquella habitación de hotel, empezaba un nuevo día en la vida de Luna que con diferencia de otros, era bastante especial y feliz para ella. Aunque nunca le gustaba festejar su cumpleaños, hoy era totalmente diferente a los años anteriores y, aunque no había una razón en específico, sentía que sería un día totalmente bueno. Luna cantaba a todo pulmón mientras arreglaba las cosas en su habitación, daba vueltas mientras se reunía con la melodía de la canción que llevaba años siendo su compañera. 

Martina aparece con una gran sonrisa viendo el gran progreso de Luna después de ser dada de alta, debido al volumen de la música no escuchó la entrada de su mejor amiga, sino que se dió cuenta que estaba ahí cuando Martina se subió a la espalda de Luna para saludarla y sorprenderla. 

—¡Feliz cumpleaños! — Gritó mientras se reía por el susto que le había provocado a Luna con su sorpresa. Al bajarse la abrazó con todas sus fuerzas, escondía en su expresión de felicidad una cierta tristeza, realmente pensó que Luna no llegaría a su cumpleaños después del incidente. — ¿Qué querés hacer hoy? — Le sonrió para mostrarle una tranquilidad y felicidad por el día especial. 

—No creo que se pueda hacer algo, los chicos están en concentración y sólo seríamos nosotras dos. — Contestó Luna. 

—Pero podríamos hacerla a escondidas. — Una sonrisa traviesa se esparció por la cara de Martina mientras le hacía cosquillas a la morocha. Rápidamente chequeó sus muñecas viendo que aún no se había cambiado las vendas correctamente como debe hacerlo durante una semana entera. — ¿Qué te dije sobre las vendas? 

—Perdón, recién me levanto. — Se rió debido a que su mejor amiga parecía su mamá por como la retaba, Luna era tan afortunada de tener a Martina como su confidente. 

Martina agarró la mano de Luna para llevarla hasta el baño, sentó a la chica sobre la tapa del inodoro mientras buscaba el botiquín en el armario. De sólo estar dentro de ese pequeño espacio, los recuerdos volvieron a la mente de Martina llenando su pecho de angustia, recordando como había encontrado a la persona que más quería y como el baño estaba cubierto en sangre. 

La castaña se arrodilló enfrente de ella junto a un algodón con agua oxigenada, destapó la muñeca izquierda de la chica que tenía los cortes más profundos y comenzó por pasar el algodón sobre los puntos de la herida. Luna siempre sentía dolor al curarse aquellas cicatrices, brincó un poco al sentir el algodón raspar los puntos y miró a Martina como lo hacía. Continuó con la siguiente muñeca, Martina contenía las lágrimas al ver por primera vez sus heridas y saber que pudo haberlo evitado, aunque el llanto fue más fuerte que ella. 

—Perdón. — Susurró mientras se recargaba en las piernas de la morocha, su respiración se aceleró debido a su llanto incontrolable y aunque a Luna le dolía demasiado, se agachó a su altura y la abrazó para contenerla. — No quise descuidarte, siento que si hubiera hablado con vos o si te hubiera dado la confianza para que me contarás, esto no pasaba. — Se escuchó bastante ahogado pero fue lo suficiente claro para que Luna entendiera su preocupación. 

—Te prometo que voy a buscar ayuda, no fue tu culpa, fue mía por no haberme dado cuenta de que necesitaba ayuda. — Aunque no era culpa de ninguna, las disculpas y la culpabilidad estaba presente, porque así somos las personas. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora