Epílogo.

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11 de febrero de 2023.

Quedaban horas para que Luna viajará a Londres para empezar el semestre en la academia AAL. Había logrado vender el local al mejor amigo de su papá Alejandro, sabía que quedaría en buenas manos cuando se fuera y era momento de soltar algo que realmente marcó un antes y un después en su vida. 

Recorrió todo el local por dentro como despedida, recordó la recepción donde todos los días se quemaba con los mates hirviendo de Martina, las risas en aquel sillón de espera donde hablaban de chismes, la campanilla que anunciaba cuando llegaban los clientes, el estudio donde dibujaba los diseños más hermosos que le dieron paso a la academia. Era un lugar realmente especial para ella, ahí había aprendido a tatuar junto a su padre, quien desde niña le inculcó que siempre debía perseguir sus sueños, también el mismo lugar donde su padre dió sus últimos respiros. 

Recordó aquel día en donde se decidió por remodelar todo el local después del incendio, cuando finalmente se animó a entrar para terminar con el duelo de su padre. Fue un proceso bastante difícil para ella, recordó lo imprudente que fue Martina al decirle que quería ser la recepcionista sin tener experiencia. 

Ese local la vio crecer, la vio desmoronarse y levantarse al mismo tiempo, había historia valiosa en él. Recordó la primera vez que Enzo cruzó esa puerta, como se quedó mudo y tenso al verla acercarse a él, recordó cuando se quedaron solos por primera vez y las veces en las que cerraron el negocio juntos. Había llegado el día de bajar las persianas y dejar las cosas, no le había ido muy bien soltando cosas últimamente y esto le permitía desestancarse. 

 Luna era una mujer nueva desde que Enzo se había ido, se había dejado crecer el pelo otra vez y había añadido tatuajes a su cuerpo que marcarían de por vida su piel. Era una mujer segura, los tratamientos habían funcionado y se sentía mejor con ella misma, se había superado en varios sentidos y ya no era la chica insegura de antes. 

Finalmente había conseguido la paz mental que necesitaba, sólo le faltaba una cosa para ser completamente feliz. Luna bajó la persiana del local y puso el candado, Alejandro le había dejado una copia de la llave para que volviese cuando ella quisiese y se pudiera despedir bien de él. Bruno Zuculini fue uno de los que dió su último paso por el local antes de que la chica se fuese a cumplir su sueño, quería un último tatuaje de ella antes de irse y finalmente lo consiguió el día anterior. 

La chica miró las mariposas en su muñeca derecha, estas daban vueltas en su herida y sonrió por inercia. Sintió una presencia detrás de ella que la dejó congelada, se dió la vuelta con lentitud viendo de quién se trataba, dejándola muda. 

—Hola. — Su voz la dejó con los ojos llenos de lágrimas, aguantaba que estas cayeran por sus mejillas pero fue prácticamente imposible, rebalsaron sus ojos. 

—Hola... — Dijo ella un poco nerviosa. 

—¿Ya te vas? — Señaló hacia la persiana del local, ¿Cómo podía estar tan tranquilo? 

—Sí, mañana viajo a Londres. — Respondió asombrada por su presencia, aún no lo creía. 

—Yo también, — Luna lo miró confundida, parecía muy seguro de lo que decía y lo único que hizo fue cuestionarlo con la mirada. — porque ahora estoy jugando en el Chelsea, en Londres. — Sonrió con felicidad al verla sonreír hacia él, sintió una emoción en el pecho que no pudo dejar por la desesperación. 

Luna se abalanzó a él y lo abrazó sin nada más que decir, Enzo se encontró sorprendido ante la acción de ella y correspondió a su abrazo colocando sus brazos en su cintura. El deseo de la chica se había cumplido, creía que era un sueño en el que estaba viviendo, pero esto traspasaba la realidad. Luna no quería ver las noticias sobre Enzo debido a que lo extrañaba más de lo debido, claramente no se enteró del contrato por esa razón y prefirió esperar a que las cosas pasaran. 

—Te dije que te iba a esperar. — Dijo al separarse de ella y mirarla a los ojos. 

Luna sintió como si fuegos artificiales explotarán en su pecho, sonrió al escucharlo y lo besó sin pensarlo dos veces. Extrañaba aquellos labios que le habían dejado un sabor dulce la última vez que los sintió, le quemaba en la boca no volverlos a sentir y claramente este era el momento de apaciguar ese fuego. 

Ambos se impregnaron en el otro como tatuajes, no había nada que pudiera borrarlos el uno del otro, su amor estaba tatuado en sus pieles y en el cielo, así como las estrellas y la luna. Los dos se arriesgaron a permanecer con un tatuaje en sus corazones que llevaba sus nombres, se ayudaron a superarse y a madurar mediante el amor. 


Su amor era un tatuaje que nunca se iba a borrar, quedaría marcado en la historia...





















































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⇁ Quiero agradecerles a todos por el apoyo a esta historia, agradezco cada voto y cada comentario que dejaron en ella, ustedes siempre van a ser un tatuaje en mi vida que nunca voy a poder borrar. Lamentablemente no habrá segunda temporada, creo que el final es lo suficiente para terminar esta etapa y continuar con otras, les agradezco la compañía que me dieron durante este tiempo y nuevamente, les agradezco todo a lo que hemos llegado con esta historia y más. 🤍🌻

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora