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Cereza.

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Era un viernes por la tarde, Luna volvía de comprar el almuerzo para ella y Martina. Esa tarde sería la cuarta sesión que tendría con Enzo en el tatuaje de su espalda, está vez el morocho le había cargado un trabajo bastante pesado y una primera experiencia para ella haciendo ese tipo de tatuajes. Martina sonrió al ver las empanadas sobre la mesada, hace horas que estaban atendiendo a diferentes personas que iban a hacerse piercings o tatuajes pequeños, ambas estaban hambrientas. Habían terminado recién a las cuatro de la tarde, había tiempo de almorzar antes de que Enzo llegara. 

—¿Hablaste con Julián? — Preguntó con intriga Luna mientras comía la primera empanada de la docena, Martina cambió totalmente su expresión y parecía ser una como "No hablemos de ese tema". — Bueno, no hablamos de eso. 

Un silencio abundó el local completo en donde sólo se escuchaba la radio de fondo, sin ningún chisme del cual hablar, el silencio entre las amigas se hacía presente. Los ojos de Luna captaron algo en el rincón de la mesada, un frasco lleno de chupetines con una etiqueta dedicada a la semana de la dulzura, no lo pensó dos veces y agarró su favorito, el de cereza. 

—Son para los clientes. — Dice Martina señalándola con la empanada en la mano, Luna hizo oídos sordos y se guardo aquel chupetín en el bolsillo de su campera negra. Nada pasaría por un sólo chupetín. 

La campanilla sonó haciendo que la morocha se dé la vuelta con rápidez esperando ver a Enzo cruzando la puerta, pero encontró todo lo contrario. 

—Ya que no me contestas los mensajes, tengo que venir hasta acá para hablar con vos. — Dice Lucas un poco amenazante y se acerca de forma peligrosa a ambas chicas, Luna volca los ojos con estrés al saber la razón por la que estaba ahí. 

—¿Qué onda plantita? — Dice Martina en forma burlona causando una risa en Luna quién le chocó los cinco para felicitarla mientras Lucas las miraba con mucha seriedad y colocando sus manos en su cintura. Creo que no es necesario explicar el chiste. 

—Si viniste a buscarme para quedarte parado, entonces te podes ir por donde viniste. — Dice la chica un poco harta de la situación, camina hasta su estudio con paso fuerte dejándolo parado en el mismo lugar, pero finalmente decidió seguirla. 

—Tenemos que hablar. 

Luna se sentó en su silla ignorando por completo la presencia del rubio, realmente se había hartado de las mentiras de su ex y después de todo, alguien más ocupaba su mente últimamente. El rubio no perdió el tiempo y se sentó enfrente de ella, casi arrodillándose para tener una posibilidad de entablar una conversación y arreglar sus diferencias. 

—Habla. — Su semblante cambió a uno muy serio, no importa lo que ella hiciera, nunca sería suficiente para Lucas. Tan tóxico, tan mentiroso, tan poco hombre para hacer todas esas cosas. 

—Dicen que estás con uno de River, ¿Es cierto? — La pregunta le había sorprendido bastante, por un momento se había olvidado que Enzo era una persona pública y obviamente los medios estaban encima de él. 

—No debería de importarte. Lucas, hace rato ya no estamos juntos y considero que no tengo por qué darte explicaciones. — El rubio la miró con sorpresa, Luna había madurado muchísimo después de su relación y por las cosas que pasaron en su familia, por alguna razón, no creía que esas palabras habían salido de su boca. 

—Entonces si. — Afirmó sin pruebas y sólo dejándose llevar por la respuesta de Luna, que no negaba la acusación. Luna se pasó la mano por el pelo estresada, Lucas realmente no había cambiado en nada desde que lo había dejado. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora