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Monumental.

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No recordaba la última vez que había pisado una cancha, podría decirse que está era la primera en mucho tiempo. Debido a las insistencias de Martina, estaba en la cola del Monumental para presenciar el partido, estaba nerviosa está vez por volver a ver a Enzo, algo que nunca había experimentado con nadie. Tenía muchas expectativas de lo que fuera a pasar en el partido, después de lo que me había dicho la última vez debía tenerlas. Ya casi llegaba nuestro turno para entrar y ni siquiera podía expresar con palabras como mi cuerpo se sentía al estar tan cerca de entrar, finalmente nuestro turno tocó y después de entregar nuestras entradas, una mujer de seguridad nos revisó antes de dejarnos entrar oficialmente. 

La cabeza me daba mil vueltas, no lograba entender la razón por la que Enzo quería que fuera a verlo jugar, por otro lado, podría ver a Bruno después de mucho tiempo. La mujer terminó de revisarnos y nos indicó a que lugar debíamos ir, se escuchaba a los hinchas gritar a todo pulmón y podría decir que hasta el piso temblaba. 

—No boluda, estamos re cerca de la cancha. — Dice Martina mientras abre los ojos con sorpresa. Me reí ante su emoción, quería ver más de cerca como el 9 jugaba y no la culpaba. — Acordate que lo tenés que invitar a lo de Lucas. — Dijo mientras se sentaba a mi lado, ruedo los ojos recordando la apuesta estúpida que había hecho en la semana. 

—¿Juega Bruno? — Pregunto intentando verlo entre los jugadores, entre ellos puedo ver a Enzo calentando y me regala una sonrisa dejándome tiesa. Saluda y mis mejillas se vuelven rojas como las paredes de la cancha, no puedo reaccionar ya que se veía aún más atractivo con su uniforme. 

—¡Saludalo boluda! — Me grita Martina mientras me golpea el brazo para que reaccione, finalmente ella levanta mi brazo simulando que yo saludaba hacia él. La vergüenza me invade al ver como las miradas se centran en nosotras, intento seguir mi búsqueda para encontrar a Bruno pero pareciera que mi vista se distrae por Enzo. 

Me maldigo internamente  al ser tan tonta de quedarme viéndolo de la manera más obvia posible, mis pensamientos y mis ojos se dirigían a él sin motivo alguno, al parecer ya me estaba comiendo el cerebro. El partido comenzó después de unos quince minutos, los jugadores salieron a la cancha y sin intención, mi mirada simplemente se desvió hacia el 13. Sentí una especie de emoción que sólo aparece en ocasiones especiales, aunque no quería, debía estar precavida por las dudas de que sean ilusiones mías a lo que Enzo hacía. No quería que todo se convirtiera en un mal entendido y yo fuera la que saliera lastimada de todo esto, quizás sólo buscaba agradecerme por los tatuajes y esta era la única manera que sabía. 

El partido empezó y para ser sincera, no entendía nada aunque lo intentara. Los hinchas que estaban a nuestro al rededor cantaban con todas sus fuerzas para alentar mientras yo intentaba descifrar quién era quién. Pasados unos pocos minutos se puede ver un claro tiro en el cual Enzo fue capaz de pegar un cabezazo y finalmente convertirlo en gol, el primero de todo el partido. Martina se levantó de su asiento y prácticamente me obligó a mi también, vimos como Enzo se acercó a nuestra parte e hizo un signo de respeto ante Defensa y Justicia, seguido de besarse el escudo de la camiseta con la vista puesta en nuestro sitio. 

Realmente no le creí en el momento que dijo que si iba a verlo, él haría un gol. Al parecer, mis pensamientos fueron erróneos y me dejó con la boca abierta después de verlo jugar. Martina parecía estar eufórica ante aquel gol y lo gritó con toda la voz que tenía, simplemente le sonreí al ver que cumplió con lo que había dicho y continúo con el partido. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora