ღ •*° extra 2.

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Seguridad.

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—Entonces quedan el ramo y los nuevos anillos de compromiso. — Martina hablaba mientras miraba a la ventana con la vista perdida en la lluvia de Londres. — ¿Todo bien? 

—Supongo. — Contesté sin interés y simplemente continúe con la vista perdida en el afuera, ni siquiera sabía como expresarle mis emociones en ese momento. 

Faltaba una semana para el casamiento, Enzo estaba ocupado buscando sus cosas y los partidos del Chelsea mientras yo compraba lo último que quedaba con Martina. Me estresaba andar por todos lados y la cantidad de cosas que teníamos que resolver antes de que la ceremonia se acercara. Me sentía agobiada por todo lo que pasaba a mi al rededor, hace poco nos recuperábamos del casamiento entre Martina y Julián, Enzo decidió acelerar el evento para poder disfrutar nuestro aniversario junto con nuestra luna de miel. 

—Luna. — Martina me despertó de mis pensamientos, claramente estaba tan pérdida que no me había dado cuenta que ya habíamos llegado a la florería. Bajé del auto rápidamente y ambas entramos antes de que la lluvia nos mojara de más. — Me preocupas, ¿Te pasa algo? 

—Es que, estoy cansada de comprar y comprar cosas, debería estar pensando en otras cosas y estar preparando mi trabajo final. — Expresé con frustración, quizás era mucha presión estar haciendo todo esto a las apuradas. — Hoy llega la familia de Enzo y tengo que mantener cierta imagen para caerles bien, me estresa bastante que se me venga todo encima. 

—Pero si la familia de Enzo te quiere tal cual como sos, no pienses eso. — Intentó calmarme mientras miraba las flores que estaban a su al rededor. 

—Quieren a la Luna que parece feliz todo el tiempo, capaz es porque ando sensible por el cambio. — Negué con la cabeza y observé unas rosas hermosas que sabía que podrían gustarle a Marta. 

Estresada era poco decir, estaba aterrada, temía que las cosas con Enzo fueran a cambiar después del casamiento. No era por su familia, no era por mí, era porque quizás no estaba lista para la vida junto a él y este tiempo sólo estuve aguantando algo que no era para mí. Siempre viajaba a diferentes lugares para jugar partidos, casi nunca estaba en casa por diferentes razones, aún así seguía queriéndome como el primer día, pero lo que pasaba por mi cabeza era que el día de mañana, cuando formemos nuestra familia, sería yo sola con mis hijos y él casi nunca estaría en la casa. 

A veces sentía que la casa era tan grande para nosotros, despertaba cierta incomodidad cuando estaba sola y me tocaba limpiar mientras él entrenaba. Al menos iba a estar un poco más acompañada con la presencia de la familia de Enzo en estos días, pero después volvería a la normalidad. 

—Y las blancas también. — Dijo Martina mientras terminaba de encargar las flores para el evento, volteó hacia mí y se acercó a mirar las mismas rosas que yo. — ¿Dudas? — Puso su mano en mi hombro y su rostro expresaba cierta preocupación.

—Yo lo amo, estoy segura de que quiero estar con él toda la vida, pero siento que hay algo que no está bien. ¿Y si me estoy equivocando?, ¿Cómo deshago una cosa así? — Mi pico de estrés se fue reflejado en esas palabras, pensaba que podía controlar todo lo que mi mente sintiera, hasta ese día. 

—Yo sólo te puedo decir que hasta que no lo vivas, no vas a saber. — Sonrió acariciando mi mejilla, un poco me tranquilizo a diferencia de cómo estaba antes. — Sé que es un compromiso muy grande, además por la carrera de él y todo eso, te entiendo. El casamiento es simplemente un pacto para terminar de cerrar aquella promesa de amarse para toda la vida, es un paso más que se da en la relación, nada cambia después de eso Luna, sus vidas siguen siendo las mismas y capaz se agregan pequeñas cosas. — Agarró un ramo de las rosas que estábamos viendo fijamente mientras hablábamos. — Estás también. 

¿Dudo de casarme con el amor de mi vida...? 













































—Martina, no me siento cómoda con este pompón blanco. — Me removí en el lugar mientras me miraba en el espejo, ya estaba fastidiada de probarme tantos vestidos y que ninguno fuera de mi agrado. 

—Pero si te queda hermoso... — Dijo secándose las lágrimas con una servilleta. 

—¿Vas a llorar con cada vestido que me pruebe? — La miré seria y ella asintió entre lágrimas, observé a otro lugar de la tienda encontrando un vestido que podría gustarme. Mis ojos brillaron al verlo, fue como si fuera hecho para mí y fui directamente hacia el perchero para sacarlo. 

Era un vestido largo, blanco pero bastante fino y liviano. La ayudante me lo llevó hacia el probador y finalmente pude sacarme aquel vestido gigante que no me gustaba para nada, me lo puse con mucha delicadeza para mirarme fijamente al espejo con una sonrisa, estaba feliz por finalmente haber encontrado el vestido indicado. Salí del probador viendo a Martina levantarse y shockeada al mismo tiempo, nuevamente comenzó a llorar como una tonta. 

—Decime que ese si te gusta, ¡Porque a mí me encanta! — Sonrió y corrió a abrazarme, asentí mientras ambas nos mirábamos en el espejo, sentí como los flashbacks de nuestra amistad corrían por enfrente de aquel espejo, desde el principio hasta el presente. 

Amaba a Martina, era la única que me entendía tanto hasta de saber lo que estaba pensando, amaba que fuera mi apoyo y la persona que me estuviera ayudando con todo esto en este momento. Estaba esperando a que alguien me preguntara si estaba segura de casarme para expulsar todo lo que pensaba hace días, finalmente ella dio ese paso para que pudiera dejar de ahogarme en un vaso de agua. 

Terminamos de comprar el vestido y todo lo demás, su chofer me dejó en casa mientras ella se despedía desde el asiento trasero, Martina sería la encargada de llevar todo al campo donde se realizaría el evento. Entré con aquel ramo de rosas y fui bien recibida por la familia de Enzo, todos me abrazaron e incluso me dieron halagos por mi apariencia, era feliz con mi peso actual y parecía más sana que antes, quizás por eso estaban felices. Enzo apareció mientras salía de nuestra habitación, me recibió con una sonrisa y con un beso en los labios. 

—¿Pudiste comprar lo que quedaba? — Sonreí mirando aquellos ojos marrones pensando: "¿Cómo pude dudar alguna vez de casarme con él?" . 

—Le traje esto a tu mamá, cuando las vi pensé que le pueden gustar. — Enzo me miró asombrado, agarró las flores en sus manos y se acercó a Marta para entregárselas mientras le decía algo por lo bajo. 

Estaba cocinando para todos, ya que iba a llegar tarde por andar comprando las cosas que faltaban, Enzo le ofreció la cocina para que ella pudiera sentirse cómoda y cocinar para todos. Su sonrisa me recordó tanto a la de su hijo, se notaba de donde había sacado la maravillosa sonrisa que tenía y que mataba a una cantidad inigualable de gente por día. 

La cena fue bastante tranquila, mi estrés bajó bastante después de compartir con todos y las palabras que Martina me había dedicado en la florería. Enzo parecía más feliz con su familia cerca, podría decir que era otra persona y lo entendía, su familia lo hacía ser quien es. 

Mi familia no podría viajar debido a los trabajos y los colegios, mi mamá no pudo lograr que les brindaran las vacaciones para esta etapa del año y mi hermano estaba con las integradoras en el colegio, sin embargo, logramos una forma para que ellos estuvieran presentes de igual manera. Martina se ofreció a hacer videollamada con ellos durante la ceremonia para que no se la perdieran, aún así los llevaría conmigo aunque no estuvieran presentes, al igual que mi papá. 

El estrés se había convertido en nervios, esperando con ansias a que la semana que viene llegara rápido. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora