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Huellas.

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Enzo observó a Luna dormir bajo el sol que poco a poco iba saliendo, tenía una sonrisa dibujada en su cara mientras veía como su pálida piel se iluminaba en ese maravilloso naranja junto al cielo. Había sido una noche inolvidable para ambos, el miedo de perderla otra vez se hizo presente al verla dormir de aquella manera, ese miedo de no volverla a ver de la misma manera en un tiempo. Ella era lo más preciado que tenía él, no importaba cuantos errores cometiera, ella siempre lo miraría a los ojos con ese brillo característico que lo enamoró la primera vez. 

Enzo se había cansado de prometer cosas que nunca cumplía, se proponía tantas cosas de las que no era capaz de cumplir por caprichos insignificantes. Al ver con detención el cuerpo de Luna, notó un pequeño tatuaje en su espalda que jamás había notado, sintió un huracán de emociones al verlo y darse cuenta de que trataba. El número trece adueñaba el hombro de la chica, Enzo no se había dado cuenta de ese tatuaje hasta ese momento y claramente sabía que se trataba sobre él. 

Aunque intentaba mostrarse fuerte ante la imagen que presenciaba, no podía evitar sentirse mal por Luna mientras observaba sus muñecas, tenía miedo de no volver a vivir aquellos recuerdos con ella en lo que quedaba de su vida, de que algún día se cumpliera lo que trató de hacer hace unos días. 

—Luna, — La abrazó mientras la despertaba, era hora de volver a la habitación antes de que la enfermera volviera y viera que ninguno de los dos estaban. — tenemos que volver. 

La chica se removió con molestia y se refregó los ojos, estaba bastante cansada como para volver a la habitación por si misma, pero sabía que si no la encontraban estaría un día más ahí encerrada. Volvió a ponerse la bata de hospital para finalmente volver, hoy le darían el alta sin excusas y podría volver al hotel, aunque sabría que no podría mantenerse sola en una habitación. Enzo le extendió su mano para que ella la agarrase, todavía no había nada seguro en ellos, Luna sabía que nunca podría perdonarlo después de las palabras que dijo la última vez que se vieron, le dio justo en el lugar donde no debía. 

Las palabras de la noche anterior fueron un remedio para su alma, pero Luna era de esas personas que no importaba cuantas palabras dijeran, si el daño estaba hecho no había nada más que hacer. Se podría decir que lo de la noche anterior fue como una despedida por parte de Luna, se dejó llevar por aquel hermoso momento pero, no podía olvidar cada palabra. 

Cuando estás mal de autoestima es poco probable no pensar en el pasado y el daño que te hicieron, no una, sino dos veces. Luna no podía confiar en Enzo otra vez, no confiaba ni en ella misma ya que su mente siempre la engañaba con pensamientos horribles. 

—Lo que pasó anoche... — Dijo Enzo. 

—Lo que pasó anoche fue muy lindo, pero... — La chica se paró frente a él antes de entrar nuevamente a la habitación. — Yo no puedo estar con vos, no me siento preparada para una relación y tampoco sé si necesito una en este momento, aunque te ame con el alma y quiera estar con vos. — Aclaró antes de entrar, dejando a Enzo con el corazón en sus manos. 

Luna observó como los ojos del morocho se cristalizaron al escucharla, aunque le partía el alma estaría dispuesto a hacer lo que sea por ella, hasta esperarla lo que ella necesite para volver a estar juntos. Sabía que eso pasaría en algún momento, Luna necesitaba ayuda terapéutica para arreglarse ella misma y poder estar con el amor de su vida. 

𝗧𝗔𝗧𝗧𝗢𝗢 | 𝗲𝗻𝘇𝗼 𝗳𝗲𝗿𝗻𝗮𝗻𝗱𝗲𝘇 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora