Cap. 5: El Cuarto Miembro.

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El árbol que hacía la función de un acogedor hogar se encontraba más vacío que de costumbre, el peculiar silencio daba la impresión de que el lugar se encontraba abandonado, nada más lejos de la realidad, era el ambiente que había cuando solo se encontraba un integrante en casa. Alice meditaba en una de las habitaciones, aislada de todo sonido rodeada de oscuridad, las brasas en su cuerpo eran tenues y resultaban ser las únicas fuentes que emitían luz en el lugar; su padre hablaba sobre cómo era importante mantener tanto cuerpo y mente en un perfecto equilibrio, ahora que había dejado de lado su entrenamiento principal debido a la escuela, debía por lo menos compensarlo con sesiones de meditación, algo que también le ayudaría a mantener bajo control sus emociones.

Su padre le había enseñado el delicado arte de buscar la paz mental desde que ella era muy joven, tenía entendido que él lo aprendió hace bastante tiempo cuando estuvo infiltrado en un claustro de monjes; una historia peculiar y de la cual desconocía muchos detalles, pero le resultaba algo graciosa pues aquello discrepaba con la actitud y personalidad de su padre, en otras palabras, no se lo imaginaba a él metido en un sitio como ese. Las sombras y el silencio le ofrecían tranquilidad y relajación, según su padre, debía encontrarse a sí misma, pero... ¿Qué es lo que ella deseaba? Es una conversación que ya había tenido con sus amigas hace poco, pensaba en su futuro y este la perecía incierto. Fu entonces que una conocida sensación llegó a su cuerpo, era algo familiar y por decirlo de alguna forma estaba acostumbrada pues había vivido toda su vida sintiendo esa peculiar ola de energía, sus padres habían regresado a casa después de su viaje.

La joven se puso en pie, y las leves brasas en su cuerpo ardieron con un poco más de intensidad, aunque seguían sin resaltar demasiado. Sacudió un poco el polvo de su ropa, de hecho recién se había dado cuenta de lo sucio que estaba aquel lugar, tal vez por el desuso, no era muy diferente a su habitación en aquella casa. Abandonó la habitación y con paso lento se dirigió hacia el origen de aquella energía familiar, su ubicación parecía ser otra de las habitaciones, más concretamente la habitación de artefactos peligrosos. Al llegar pudo ver a sus padres quienes tenían una conversación bastante casual, al parecer se trataba sobre su peculiar aventura.

-"¿Crees que haya valido la pena K-poo?"

-"Pasamos mucho tiempo intentando localizar esta cosa, espero que lo valga. Más tarde la llevaremos con Moon, ella decidirá qué hacer con ella."

El matrimonio abriría la habitación usando sus tijeras dimensionales para romper un sello mágico con forma de brillantes cadenas, las cuales solo se mostraron a la vista al contacto de esos dos específicos artefactos para el viaje entre dimensiones. Cortando las cadenas la puerta se abriría, mostrando un sitio lleno de objetos apilados, aquello parecía un viejo almacén cualquiera, de no ser porque esos objetos eran considerados peligrosos de una u otra forma, reliquias acumuladas durante los viajes de la pareja de la comisión, artefactos que aún esperaban por un juicio para decidir su destino, si ser encerrados bajo candado o simplemente ser destruidos para siempre. Sin darle mucha importancia, lanzarían en su interior como un traste más, un pequeño diente de esmeralda, atado a unas cuerdas de metal dorado; tras lo cual cerrarían la puerta y con ello el sello mágico volvería a tomar forma, despareciendo luego de la vista como si aquellas cadenas fueran imperceptibles bajo los cinco sentidos naturales. La hija observaba aquello, ya estaba acostumbrada, entendía perfectamente los motivos por el cual estaba prohibido entrar a esa habitación, por lo que ignorando esto, se dirigió hacia sus padres saludándolos con una breve y cortes reverencia, digna de una dama.

-"Madre, padre, bienvenidos a casa."

-"¡Alice! ¡Mi bebé! ¡Te he extrañado tanto!"

El comentario del hombre que salto de alegría mientras abrazaba a su retoño, provocó un rostro de amargura en la joven Alice. Aquel gesto provocó una leve risa en la matriarca de la familia, la cual logró ocultar y pasar desapercibida usando su ardiente bufanda.

Alice vs las Fuerzas del CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora