Las sombras cubrían cada calle y cada insignificante rincón de aquella gran ciudad, era posible palpar la maldad en aquel ambiente tan crudo y oscuro. Ni siquiera las múltiples farolas y lámparas de aceite quemadas que ardían constantemente eran suficientes para aplacar lo que en un principio resulta imposible de contener, después de todo la malicia reside en el interior de las personas; cada individuo en aquel lugar, cada ser pensante, era en suma parte de la escoria que corrompía las piedras y la propia historia de lo que fue alguna vez un baluarte del progreso.
El lodo mugriento en el suelo se acumulaba en los rincones, combinándose a su vez con los restos de heces fecales de la multitud de alimañas que recorrían el lugar y con algunos restos de pobres diablos desafortunados que no tuvieron tanta suerte y acabaron muriendo por algún que otro motivo, dejando sus cadáveres a merced de hambrientos carroñeros para terminar quedando completamente en la ignorancia y el olvido. Era común ver las estructuras en tan malas condiciones que parecían que en cualquier momento acabarían desmoronándose sobre sí mismas, sin embargo allí se mantenían, viejos vestigios de un pasado más dorado para aquella ciudad; los ruinosos lugares eran usados como refugios para criminales de toda índole, agrupaciones que se mantenían juntas por conveniencia para garantizar su propia supervivencia, o directamente por pordioseros que a duras penas podían considerarse afortunados si conseguían llevar algo de comida a sus bocas.
Múltiples fogatas de mediano y gran tamaño se encontraban esparcidas en algunas intersecciones cada cierto número de calles, todas ardían con un fulgor muy intenso y para ello se usaba mucha madera o cualquier cosa que pudiese quemarse para mantenerlas vivas; después de todo, aquellas cosas eran puntos de reunión entre las personas, eran lo único que podría ofrecerles un poco de reconfortante calor en las frías y peligrosas noches... De hecho, era común que al amanecer fuesen encontrados en aquellos puntos ardientes repartidos por la ciudad, huesos y carne muy quemada perteneciente a personas u animales de toda índole que pululaban por el lugar. Una nube de oscuridad envolvía la ciudad en todo momento, no importaba la hora del día todo lucía como si sobre ellos se hubiera estacionado una negro y tormentoso cúmulo que impedía el paso de la cálida luz solar; de hecho había pasado tanto tiempo desde la última vez que aquellos habitantes pudieron contemplar el sol, que muchos simplemente ya habían olvidado lo que era, y de hecho los desafortunados infantes ni siquiera sabían de su existencia.
Si la situación lucía tan mala, ¿por qué entonces no abandonaban la ciudad en búsqueda de una nueva y mejor vida? La respuesta era tan aterradora como inquietante... Sencillamente, la salida de aquella ciudad se encontraba estrictamente prohibida, ley establecida por la monarquía que gobernaba el lugar, la muerte era lo peor que podrían esperar los necios que intentasen quebrar aquella ley tan ridícula e injusta. Cualquiera podía entrar desde el exterior, sin embargo una vez ponías tus pies dentro tu destino se encontraba sellado, y si eras un extranjero recién llegado, serías consumido como simple carne fresca, presas fácilmente manipulables, que son fáciles de engañar y robar, presas aprovechadas por los despiadados supervivientes nativos de la ciudad para intentar postergar o mejorar un poco más sus ya precarias vidas; después de todo, bajo tan mala situación llevada a los extremos de lo que podría tolerar cualquiera, la moral y la justicia dejan de tener significado alguno y es cuando se saca a relucir la verdadera naturaleza egoísta de cada ser vivo, quien no dudará en sacrificar cualquier cosa con tal de garantizar su propia supervivencia, incluso si aquello que debe sacrificar son otras vidas; en otras palabras, en aquella selva salvaje, era comer o ser comido y no había cabida para la bondad del alma.
En el epicentro de la ciudad, se erguía un majestuoso y lujoso castillo, tan grande que debías alzar demasiado tu vista solo para poder contemplar su punto más alto que incluso así parecía perderse entre las nubes más oscuras, como si más allá de aquella oscuridad hubiese un resplandeciente cielo solamente contemplado por aquellos que ostentaban el poder. El castillo era el hogar de la familia más odiada y repudiada, pero a la vez temida de todo el lugar, después de todo era la principal causa de la precaria situación. ¿Garantizar la alimentación y los servicios básicos de un pueblo? Solo una pérdida de tiempo, para la familia real aquel pueblo no era más que una carga, un charco en el que podían ir a chapotear cuando deseasen solo por diversión; de hecho era común que ofreciera insignificantes migajas a cambio de la propia degradación y depravación de aquellas ahora corruptas personas.
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Alice vs las Fuerzas del Cosmos
Mystery / Thriller¿Qué decisión tomarías si tuvieras las puertas abiertas a todas las opciones disponibles? Sin lugar a dudas no sabrías que camino elegir, el cómo sostener las riendas de tu vida. Esta es la historia y vida de Alice Díaz, hija de dos de los individuo...