Gruñidos monstruosos recorrían aquel oscuro bosque deforme y de aspecto mórbido. Las ramas de los árboles y plantas se retorcían como espirales confusos, a veces de tal forma que incluso llegaban a atrapar en su interior a criaturas de pequeño tamaño, las cuales al verse incapaces de huir acababa pereciendo con el paso de los días para acabar convirtiéndose en abono para la propia planta. Era un ecosistema bastante atípico, aunque justo por ello era incapaz de sorprender genuinamente a las dos cazadoras que se movían a grandes velocidades por el lugar; cazadoras que se encontraban acostumbradas a esos entornos salvajes tan diversos que podían encontrarse entre las infinitas dimensiones del universo.
Una criatura de modesto tamaño recorría el lugar con gran soltura, sus movimientos y tamaño impedían que quedase atrapado accidentalmente entre las espirales y otras enredaderas, en aquel lugar o te adaptas y aprendes o terminas muriendo, aunque esta ley puede aplicar a cualquier entorno natural. Su piel lucía más suave de lo que realmente era, sus patas delgadas ocultaban una fuerza y velocidad que parecía físicamente imposible para aquella anatomía, las espinas en su espalda parecían encontrarse en constante crecimiento, a veces desprendiéndose de su lomo y quedando incrustada en las plantas del bosque; posiblemente un mecanismo de defensa natural de su cuerpo ante algo que le hiciera sentir amenazado. Su cabeza exponía cuatro ojos repartidos de tal forma que le ofrecían una visión perfecta de todo a su alrededor, no había un punto ciego y por ende se suponía que resultaba imposible pillarle por sorpresa; por si fuera poco su oído era muy sensible, capaz de detectar a una rama quebrarse a cientos de metros a la redonda.
Sin embargo, a pesar de sus capacidades, la criatura se sentía acechada; dos cazadoras parecían buscar reclamar su cabeza, su instinto de supervivencia le decía que eran un peligro contra el cuál no podría luchar; por ello a veces para seguir viviendo lo mejor era intentar escapar… ¿Pero acaso podía escapar realmente? Aquellas dos sombras le acechaban, parecían estar cada vez más cerca… Hasta que repentinamente se desvanecieron. La criatura se detuvo, solo para encontrarse de manera sorpresiva e inesperada una silueta oscura que sonreía con locura y sed de sangre. El corte realizado con un arma afilada fue tan rápido que ni siquiera dejó espacio para reaccionar, y antes de querer darse cuenta pudo ver como su cuerpo se encontraba desprendido de su cabeza, solo para acabar en una oscuridad profunda sumergiéndose en el sueño eterno de la muerte.
-“¡Ja! ¡Eso ha sido bastante gratificante! ¿No es cierto jefa?”
Preguntó aquella cazadora que portaba el arma homicida en su mano derecha, una espada con forma de media luna que goteaba un poco de sangre desde su punta. La mujer era alta y tenía una constitución bípeda y erguida, sin embargo su aspecto canino era semejante al de un lobo de completo pelaje negro que le recubría desde la cabeza a los pies; vestida con ropas de cuero negro ligeras que le ofrecían bastante movilidad y flexibilidad, con una tela morada que cubría sus hombros por encima de la ropa y se extendía como una capa corta que llegaba hasta su pecho; en dicha capa traía grabado el símbolo de la Luna llena Morada, una marca que portaba con orgullo y representaba al clan al que pertenecía. Su aspecto general al lucir tantos colores oscuros le otorgaba aquel aspecto sombrío acrecentado por la oscuridad de la noche; aunque su sonrisa podría considerarse maligna y alocada, la realidad es que se trataba de un individuo que no guardaba tales emociones en su interior.
Una segunda sombra salía a la luz desde la oscuridad que proyectaban los árboles retorcidos, una segunda figura femenina pero de aspecto completamente diferente a la primera. Una dama de pálida piel, tan blanquecina que fácilmente podría confundirse con la porcelana más pura, poseía una alta estatura que se veía acrecentada por aquellos dos grandes cuernos que lucían erguidos sobre su cabeza; su cabello era tan largo que rozaba el suelo, además creaba un flequillo en su rostro que cubría su ojo izquierdo otorgándole una peculiar apariencia similar a su madre. Sus ojos resplandecían con un fulgor naranja mientras mostraba una expresión aburrida aunque con una leve sonrisa formada por sus labios. Vestía con una atuendo confeccionado con piel animal que cubría todo su cuerpo, en dicho atuendo podían apreciarse un montón de pequeñas armas arrojadizas que en su conjunto le daban un aire más salvaje pero a su vez elegante; su cuello y parte de sus labios se encontraban escondidos detrás de una roja bufanda de tela que se movía de maneras extrañas y, una vez pareció confirmar con su mirada que la presa que estaban cazando previamente había muerto, dicha tela ardió en un fuego intenso abandonando la suave textura que parecía tener hasta el momento e iluminando de esta manera el lugar con su sola presencia.
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Alice vs las Fuerzas del Cosmos
Gizem / Gerilim¿Qué decisión tomarías si tuvieras las puertas abiertas a todas las opciones disponibles? Sin lugar a dudas no sabrías que camino elegir, el cómo sostener las riendas de tu vida. Esta es la historia y vida de Alice Díaz, hija de dos de los individuo...