Cap. 2: La Triada de Santuario.

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Un infinito espacio ennegrecido, un lugar que parece no pertenecer a la realidad más allá de la existencia física, un lugar carente de sentido donde no existía tiempo ni espacio; por ese lugar deambulaba la joven Alice Díaz, la oscuridad la rodeaba, abrazándola como a una amiga, sería complicado ver por dónde iban dirigido sus lentos pasos, de no ser por la tenue iluminación emitida por las brasas de su propio cuerpo. Sin embargo, ni siquiera había suelo donde pisar, la joven no podía distinguir direcciones, o siquiera saber si estaba avanzando hacia algún destino.

A pesar de la incertidumbre, la joven se mantenía calmada, había tenido muchas experiencias inquietantes en su pasado, sus padres le había enseñado a sobrellevar todo y mantenerse calmada incluso en las situaciones más desconcertantes. Cada paso parecía conducirla hacia ninguna parte, sin embargo era mejor que quedarse quieta en el lugar, mejor que esperar a que todo pase y se resuelva solo, después de todo, el cambio solo viene cuando actuamos para provocarlo.

Susurros comenzaron a escucharse en aquella oscuridad, voces que parecían cotillear palabras inentendibles, voces que murmuraban en un tono ominoso como si de un cántico se tratase, acompañados de gruñidos ahogados y sonidos repulsivos y húmedos. La joven ignoraba todo a su alrededor, su rostro reflejaba indiferencia total hacia su situación, no le importaba si por algún motivo no se encontrase sola, confiaba en sí misma y en las capacidades adquiridas mediante su entrenamiento, sabría eliminar cualquier cosa que intentara molestarla. Sin embargo, algo la hizo detenerse, los susurros se hacían un poco más fuertes, haciendo que fuera posible comprender lo que decían, aun así eran palabras que no parecían tener ningún tipo de significado, más allá de una que de inmediato supo reconocer.

Yagh'ng'thanegth Sheba'thelh Akathop Ret'we'nath
Jadrog'ng'hella Parje'thelh Akathop Jua'we
Zhrogob'ngah'ng'Ai Ja'ief Akathop Lu'Adeth'we'nath

Observaba ahora con curiosidad a su alrededor, el cántico se volvía más fuerte, tanto que comenzaba a retumbar dentro de la cabeza de la joven. No pudo evitar llevar sus manos a su cabeza, ella se mostraba incómoda y adolorida por el estridente sonido de aquellas voces que se repetían sin parar como un bucle. Las voces parecían invadir su mente, y eso la molestaba, su cuerpo comenzó a arder con intensidad, algunos mechones de su cabello se incendiaron como brasas buscando devorar cenizas, los bordes de su ropa ardieron  pero parecían no desintegrarse por las llamas. Finalmente un poderoso grito cargado de furia resonó por aquel espacio, aplacando inmediatamente cualquier otro sonido.

-“¡¡¡SILENCIO!!!”

La joven despertaría entonces de un sobresalto, un rápido vistazo a su alrededor le confirmó que se encontraba en su desordenada habitación. ¿Un sueño? Tal vez, aunque no estaba segura pues ni siquiera podía considerarlo como una pesadilla, tampoco era la primera vez que le ocurría algo similar, sin embargo, como siempre, nunca le daba importancia a ello. De la misma forma que otras veces, ahora vendría un leve dolor de cabeza, producto de los retazos de aquellas voces que aún podía recordar de aquella experiencia, llevaría las manos a su cabeza, ocultando su rostro, sin embargo sería algo que se le pasaría rápido, y así ocurrió.

Nunca tuvo necesidad de contarle a sus padres sobre esos peculiares sueños, o lo que sea que fueran, ellos ya se preocupaban mucho por ella, además le habían enseñado a ser bastante independiente y a saber arreglárselas por su cuenta en muchos tipos de situaciones. Tal vez debería seguir el consejo de su padre y dedicar un poco más de tiempo a la meditación, tal vez de esa forma su mente encuentre la paz y por fin se deshaga de esas experiencias nocturnas que le acechaban cada cierto tiempo.

Alice vs las Fuerzas del CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora