Cap. 66: Izad la Bandera Negra II.

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Una tormenta azotaba un islote de considerable tamaño que flotaba en el aire sobre el nivel de los océanos, el mar embravecido buscaba desesperadamente golpear con su furia aquella estructura antinatural que parecía desafiar las propias leyes de la gravedad. Ni siquiera parecía estremecerse ante los tempestuosos vientos lograban que aquel puerto construido con madera, roca y enormes cristales brillantes de suntuosas proporciones; sin lugar a dudas la fortaleza era resistente pero sobre todo llamativa a la vista; después de todo sobre el islote flotante había construida una alta torre que parecía acariciar las tormentosas nubes con su aguja; diferentes colores brillantes eran expuestos en cada nivel exterior. Remolinos estelares se combinaban con las embravecidas aguas creando una zona inconsistente imposible de traspasar por cualquier embarcación.

Sin embargo, a pesar de lo devastadores obstáculos, habían varias embarcaciones ancladas en el puerto a los pies de la torre, el puerto exponía pedazos de madera suelta que al igual que la isla, se mantenían flotando inexplicablemente, por otra parte aquellos barcos lucían anclados a un ficticio océano superior al primero, uno calmado cuyas suaves, lentas y etéreas olas apenas visibles al ojo, acariciaban los bordes de la isla. Cuatro barcos en total, cada uno diferente del otro, cada uno inmutable ante la tormenta que caía sobre aquella zona de aparente infinito océano.

El primero de los barcos era de una madera roja, el casco que podía apreciarse bajo el etéreo mar estaba recubierto parcialmente por pequeñas lapas que se habían aferrado firmemente; tres mástiles sobre una sola cubierta con su castillo de popa elevado; una hermosa carabela, esta nave en particular traía apenas quince cañones por banda, pero se encontraba modificada para albergar ocho cañones en el frente y cuatro en la popa, además el añadido de una vela extra entre la vela mayor y menor del mástil central, parecía indicar que aquel navío podía viajar mucho más rápido que los ocho nudos convencionales que alcanzaba una embarcación de ese tipo; esto acrecentado por la distribución de los aparejos en cubierta.

El segundo era un bergantín, mucho más pequeño que la carabela, pero sin lugar a dudas no por eso lucía inferior en ningún sentido. La madera blanca lucía tan pura que parecía reflejar todo como un brillante y reluciente espejo, su aspecto era impecable y la distribución de sus velas en los dos palos igual, exponiendo una combinación de velas de cuchillos y cuadradas, así como un bauprés frontal. Parecía ser el barco menos armado de todos los que estaban en el puerto, con tan solo diez cañones por banda, sin embargo poseía una mayor distribución en cubierta de morteros y cañones de baliza; un navío rápido a pesar de superar las seiscientas toneladas, parecía estar construido exclusivamente para dar cazas a otros barcos.

El tercero era algo llamativo, no parecía estar fabricado con madera y metal como los barcos comunes; las tablas parecían hermosos y relucientes cristales y las velas eran de una tela brillante semejante a una especie de vidrio moldeable. Tres palos se alzaban en la cubierta en un extraño ángulo de ochenta grados, pero no porque estuviese dañado, sino porque los aparejos estaban conformados de tal manera en la cual las velas pudiesen atrapar el viento en la dirección a la que se giraran. El navío de cristal no presentaba cañones por banda, o tal vez lo más correcto sería decir que las aperturas se encontraban cubiertas y fundidas con la superficie sólida del casco, esto hacía imposible determinar cuántos disparo podía hacer en cada andanada.

El último barco era sin lugar a dudas el más raro de todos, esto porque principalmente no parecía ser un barco propiamente dicho. Del tamaño de un enorme galeón, era el navío de mayor envergadura anclado en aquel puerto; la superficie no parecía ser de madera ni de ningún material que pudiera ser reconocido, era como si una nebulosa de estrellas se hubiera condensado adoptando la forma de un gran barco de cuatro palos. Al igual que aquel barco de cristal, resultaba imposible determinar cuántos cañones por banda poseía el navío, sin embargo su enorme tamaño parecía llegar a indicar que de los cuatro era el que mayor poder ofensivo poseía; por otra parte, las velas lucían tan suaves como nubes de algodón, resultaba algo complejo llegar a entender tan siquiera la concepción de aquella embarcación tan inusual.

Alice vs las Fuerzas del CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora