Cap. 47: Rebuscando entre las Cenizas.

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Gritos de euforia se escuchaban en el ambiente, acompañados de pesados pasos que corrían como una estampida de metal, personas ansiosas por alcanzar la victoria en la batalla. El oponente era un pequeño ejército que portaba un blasón con forma de Luna Llena de color morado, les superaban enormemente en número y cualquiera pensaría que se trataría de una batalla sencilla... Nada más lejos de la realidad... Aquellos individuos que iban desde hombres a mujeres, diferentes todos entre sí pero unidos bajo el mismo estandarte, luchaban con una ferocidad sin igual, cada uno podía con decenas de enemigos al mismo tiempo, eran auténticas máquinas que parecían haber nacido para el combate, cada uno con un talento y un dominio de habilidades con sus respectivas armas tan alto que podría considerarse trascendental en lo que podría significar para ellos. Lo que al comienzo creían que sería un combate sencillo se transformó en una masacre en la que ellos mismos se encontraban en total desventaja. ¿Cómo podían combatir contra un ejército así?

Pero es que eso no era siquiera lo peor, pues en el centro de todo, se encontraba una mujer de aspecto animal de negro pelaje que caminaba lentamente por el campo de batalla arrastrando un enorme espadón negro; a su alrededor todo el suelo se encontraba cubierto en la sangre y partes de sus enemigos, a quienes cortaba con pereza y aburrimiento de una manera tan sencilla que parecía estar cortando mantequilla con un cuchillo caliente... Aquella mujer era Felicia Ghus, capitana de aquel ejército adornado con el blasón de la Luna Llena de color morado, a quien curiosamente no se le veía con su motivación y emoción habitual durante aquel combate; de hecho, era como si su mente ni siquiera estuviera pensando en ello, como si su cuerpo se moviera inconscientemente y con desánimo arrebatando la vida de sus enemigos.

Un brutal asesinato a uno de sus enemigos, seguido de un largo bostezo de aburrimiento fue como la cereza en el pastel de aquella situación, la dama no aguantaba más la monotonía por lo que estiró un poco su cuerpo y levantó aquel enorme espadón tan negro como el abismo, dejándolo reposar suavemente sobre su hombro derecho. La sangre corría de la hoja de aquella arma, escurriendo y empapando lentamente por aquella mitad derecha de su cuerpo; el color rojo se entremezclaba con el negro pelaje de la dama, mientras, a esta parecía importarle bastante poco. Caminó con calma entre la multitud de cadáveres que le rodeaba, dejó algunas órdenes a una Sombra para determinar el rumbo y futuro de aquella batalla; permitiría que aquellos que le seguían con tanta fidelidad y orgullo disfrutaran de la batalla, ella se detendría allí para retirarse a su tienda de campaña en la retaguardia; aunque, sus escasas palabras eran bastante claras.

-"Que no quede nadie vivo."

Comprendiendo dichas palabras, la Sombra desaparece dispuesta a trasmitir aquella orden a todos, sería un momento divertido y de disfrute para todos, pues generalmente la propia dama Ghus solía masacrar sin compasión con sus propias manos y a grandes velocidades a las grandes masas enemigas robándoles un poco de esa diversión; aunque, no por nada era la capitán y la persona que todos más respetaban.

En su tienda privada, la dama Ghus se veía realmente aburrida, bastante desanimada, lo cual era poco común en ella. Limpiaba con mimo y cuidado aquel espadón negro nombrado como "Cortador de Estrellas", un arma fabricada por la Forjadora de Tijeras Dimensionales, la dama Hekapoo, la madre de su amiga Alice... Alice... Sobre ella giraban los pensamientos de aquella guerrera mujer, hacía un tiempo no sabía de ella, pero suponía que se encontraba bien, recordaba aquella determinación que pudo observar en su mirada la última vez que la vio y le animaba un poco pero... Realmente la extrañaba, le era imposible no preocuparse por ella, además sin la presencia de Alice todo le parecía sumamente aburrido y monótono, después de todo era aquella mujer de largos cabellos castaños la que le hacía hervir su sangre llenándola de motivación y deseos de luchar; en esos momentos... Desearía poder ir a una cacería junto con su jefa, pero sabía por el señor Díaz que Alice se había marchado por su cuenta para arreglar esos asuntos que tiene entre manos, por lo que al encontrarse tan ocupada consideraba que no sería correcto molestarle con un egoísta deseo personal... Muchas veces se tentó a sí misma al tomar su espejo de transmisión y llamarle directamente, pero eso sería distraerla de sus objetivos los cuales ella misma sabía lo importantes y personales que eran para su amiga... Con su espada limpia, la deja reposar suavemente sobre una superficie para después cubrirla con una tela negra, un proceso ritual que ella consideraba necesario debido al enorme poder de aquella arma que se le fue cedida; acto seguido se disponía a comer, y estuvo a punto de tomar algo del bol de frutas que había sobre una pequeña mesa junto a su modesta cama de campaña, sin embargo se detuvo en seco cuando su desarrollado olfato sintió un peculiar aroma en el aire, un aroma que había aparecido repentinamente y que le parecía sumamente familiar.

Alice vs las Fuerzas del CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora