Cap. 30: Hilando el Destino.

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La fresca brisa recorría las calles de aquel vecindario tan tranquilo de Echo Creek en la Tierra, el césped recortado se movía levemente al ritmo de los arbustos y las hojas de los árboles cercanos que habían plantados en jardines de la vecindad. Una de las particulares casa, tenía un letrero que indicaba que la propiedad en si misma se encontraba en venta; el lugar se veía bien cuidado, su exterior se encontraba pintado de blanco con tejas negras, una casa de dos pisos con grandes ventanales cubiertos por cortinas azules que impedían ver hacia el interior del recinto; en un costado, subiendo una pequeña rampa con una leve inclinación en el suelo, podía verse un garaje bastante espacioso, podría decirse que el sitio se veía decente.

Cerca de la entrada, observando su reloj, se encontraba un señor que traía consigo un maletín y vestía con un elegante traje de negocios. Se trataba del empleado de bienes raíces que enseñaría el lugar al posible comprador que había contactado con su empresa y que habían concordado encontrarse en el lugar para tener un acercamiento más íntimo con la propiedad en venta. Y justo a tiempo, pues al levantar su vista del reloj en su muñeca alcanzó a ver al cliente en cuestión que llegaba a la hora justa. Se trataba de una mujer alta de piel morena, un poco delgada pero que por algún motivo daba una particular sensación de fortaleza, de aquellas que podrían tumbarte al suelo con un solo golpe si quisiera. La dama en cuestión, tenía un largo cabello castaño que llegaba hasta su cintura, bajo su ojo derecho tenía un pequeño lunar y su rostro dibujaba una animada sonrisa llena de mucha confianza. Vestía con un elegante traje azul con una corbata que dibujaba los diferentes colores del fuego, colores indispensables que llegaron a convertirse en símbolo de su familia y con el que ha crecido aquella mujer desde que era muy pequeña, lentes oscuros cubrían sus ojos, entre su cabello traía consigo un pasador con el diseño de una tijera y traía consigo un pequeño bolso de mano colgado al hombro.

-“¡Oh! Es un gusto verla señora Díaz. ¿Tuvo algún problema para llegar?”

-“No realmente. Además deje eso de señora. La señora Díaz es mi madre. ¡Jajaja!”

-“Ya veo. Lo siento. Entonces, nos dijo que quería echarle un vistazo a la propiedad para tomar la decisión sobre si la va adquirir o no.”

-“Es correcto. Debo admitir que las imágenes que vi en la página publicitaria me resultaron bastante atrayentes. Sin embargo, prefiero tener una vista más cercana, soy bastante partidaria de fijarme en detalles.”

-“Por supuesto, nuestros clientes son prioridad. ¿Quiere empezar por algún lugar en específico?”

-“Tal vez el recibidor.”

-“Una buena elección. Sígame, le guiaré por la propiedad.”

Ambos ingresaron a la propiedad, inmediatamente Mariposa se enamoró por la amplitud del lugar, el recibidor tenía suficiente espacio para acomodar su sofá favorito e instalar una gran pantalla, todo mientras dejaba espacio para algunas estanterías y tal vez una pequeña mesa; la joven Díaz ya se hacía la imagen mental en su cabeza, además el piso de madera aunque suponía un problema era muy bonito, no era nada que no pudiera solucionar junto con su hermano mayor; tampoco es que pudiera pedir a una propiedad en su mundo natal que estuviera fabricada con la intención de resistir las volcánicas temperaturas que emitía su cuñada, por supuesto debía pensar en la posibilidad de que su familia le viniera a hacerle visitas de vez en cuando, en especial su sobrina favorita con quien se lleva tan bien y mima mucho, a pesar de que ambas apenas se llevan un año de diferencia.

El siguiente destino fue el baño del primer piso, el mármol oscuro en las paredes y el suelo agradaba las vistas de la joven mujer, detrás de una pared corrediza de cristal semitransparente había una ducha con un medidor de temperatura, un sueño hecho realidad; ya se acabarían las comprobaciones manuales del agua para comprobar si se encontraban o no a la temperatura adecuada, con lo molesto que le resultaba tocar el agua fría en esas situaciones. Un espejo de mediano tamaño se encontraba sobre el lavamanos que a su vez estaba junto al retrete, los dos únicos objetos completamente blancos en el lugar, mientras tanto bajo el lavamanos había un compartimiento, perfecto para guardar algunos objetos médicos y de primeros auxilios para emergencias.

Alice vs las Fuerzas del CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora