Cap. 10: Sede de la Burocracia de la Magia.

78 6 2
                                    

La oscuridad le rodeaba, las cortinas en la habitación de la joven Alice Díaz estaban cerradas firmemente, las velas que solían ofrecer iluminación artificial se encontraban apagadas. A pesar de las condiciones en las que se encontraba ella parecía poder moverse con facilidad entre la penumbra, su único ojo visible resplandecía como si emitiera su propio brillo natural, muy similar al ojo de un fiero felino mientras caza a su presa en mitad de la noche más oscura. Su cuarto desorganizado y los objetos tirados por el suelo como viejos atuendos de ropa, incluyendo algunas armas afiladas, no suponían ningún problema para la joven.

Alice manipulaba un objeto entre sus manos, para ser más precisos, se trataba de un animal; un insecto con un cuerpo alargado de una apariencia muy similar al de un milpiés, sus gruesas y numerosas articulaciones se retorcían emitiendo un desagradable sonido que podría erizar la piel a los más sensibles y temerosos de las formas de vida similares a esa. La criatura parecía intentar escapar entre la oscuridad, sin embargo no podía escapar de poderoso agarre de su captora quien la mantenía retenida por los cinco apéndices en forma de alargada cola, en cierto momento la criatura comenzó a emitir un fluorescente brillo rosado, fue entonces que Alice con un rápido movimiento arrebató la vida de la criatura para luego colocarla sobre lo que parecía ser su mesa de trabajo.

Las sombras no le impidieron rebanar precisamente el cuerpo de la criatura, su ojo se mantenía fijo en su presa y era el momento de comenzar a trabajar. Cortaría los cinco apéndices en forma de cola, los cuales abriría con sumo cuidado y precisión en canal para luego dejarlos colgados sobre un recipiente de cristal, un espeso líquido de color verde comenzaría a escurrirse sobre el recipiente a forma de un lento goteo. Mientras tanto, la joven despellejaría el exoesqueleto fluorescente de aquel insecto sin vida, y sus duras capas serían colocadas en un mortero, acto seguido se realizaría un pequeño corte en su dedo índice con su daga dimensional; dejaría caer unas pocas gotas de aquel azul líquido vital sobre el mortero para salpicar las capas del insecto las cuales comenzaron a brillar con un poco más de intensidad. Un poco de agua sería añadida entonces al mortero para entonces comenzar a trabajar con él, pulverizando aquellos materiales con un pulso constante y preciso, girando en contra de las manecillas del reloj durante diez minutos.

Una pasta comenzó a formarse en aquel mortero, era espesa y quedaba pegada en el martillo. Moviéndose entre la oscuridad, la joven abrió la estantería bajo la mesa y de ella sacó un frasco de cristal lleno de un extraño líquido burbujeante; al abrir la tapa un miasma inundó la habitación al instante, la joven solo pudo sonreír ante esto y dejó caer un poco de aquel líquido sobre la masa del mortero, creando una sustancia más líquida tras revolver. Guardando el recipiente de vidrio, la joven cortó las antenas del cadáver de la criatura y las dejó caer sobre su mezcla, los apéndices largos comenzaron a derretirse casi al instante, para finalizar derramaría en su interior aquel líquido que había comenzado a extraer de las colas cercenadas. Ahora solo faltaba que su diabólica mezcla reposara durante diez días en completa oscuridad, el mínimo rayo de luz podría arruinar el resultado final; depositaría el líquido en un recipiente de cristal negro insípido el cual cerraría firmemente para luego guardarlo en su estantería bajo aquella mesa de trabajo. Un chasquido de sus dedos encendería entonces todas las velas de su habitación, al hacerlo la fluorescencia de las partes sobrantes de la criatura se esfumarían completamente en menos de un parpadeo y la carne adoptaría lentamente tonalidades oscuras y rojizas. Sin ningún tipo de emoción en su rostro, la joven llevaría a su boca aquella carne negra la cual comenzaría a masticar emitiendo crujientes sonidos.

-"Picante..."

La puerta de su habitación sería tocada con suavidad, la joven se voltearía dirigiendo su único ojo visible hacia la dirección del sonido. Clavaría violentamente su daga sobre la mesa dejando una marca en la medra, otra más de las muchas que había, de hecho, un rápido vistazo era suficiente para comprender que aquella mesa debía ser reemplazada muy pronto... Otra vez. Se dirigiría a la puerta para abrirla, uno de sus padres esperaba fuera.

Alice vs las Fuerzas del CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora