Alice vs las Fuerzas del Cosmos

Cap. 19: La Princesa del Inframundo.

El señor Díaz supervisaba los entrenamientos de sus alumnas, Yalahob era testigo del progreso de las jóvenes. Alice se encontraba meditando, curiosamente para su padre, ella había decidido incrementar sus sesiones para controlar sus pensamientos y emociones; sentada entre el agradable césped que se mecía con la suave brisa y acariciaba con sus puntas a la joven, sus piernas no estaban cruzadas de la forma tradicional para la meditación en general y sus brazos estaban abiertos, con sus manos extendidas sobre sus rodillas con sus palmas hacia el cielo mientras de ellas emanaba una flama constante similar a la de dos velas que se mantenían impasibles a pesar de la brisa. Marco se encontraba flotando alrededor de la joven, subido encima del libro de hechizos que se encontraba abierto en una página específica, en sus manos llevaba un palo mientras observaba fijamente a su hija. La joven de castaños cabellos recibió entonces un repentino golpe en la cabeza, propiciado con cierta fuerza, aunque esto no fue suficiente como para sacarla de su estado de concentración, aún así la voz del padre con un tono algo severo y serio no tardó en llegarle.

-"Debes vaciar tu mente Alice. Debes evitar distraerte y dejarte llevar por cualquier pensamiento que pueda surgir. Aun así recuerda, la meditación no es solamente dejar tu mente en blanco, debes buscar un equilibrio en tu interior, buscar la paz y la calma, busca la armonía con todo, desde el césped que te rodea y acaricia hasta con la esencia de la magia, siente la conexión con el universo."

No hubo respuesta ni movimiento por parte de la joven que se mantenía con sus ojos cerrados, el fuego de sus manos era constante, no aumentaba ni disminuía su intensidad, sin embargo una tercera flama se encendió sobre la cabeza de la joven entre sus dos cuernos, curiosamente imitaba de manera indirecta a su propia madre.

-"Veo que decidiste subir de nivel. Muy bien, continúa, pero no te dejes llevar... El poder puede ser tentador, por lo que retrocede si llegas a sentir que el equilibrio en tu mente desaparece... Has progresado bastante... Me enorgulleces hija..."

Aquello último fue como un imperceptible susurro al viento que el hombre de joven e infantil apariencia dejó escapar, casi de manera inconsciente y para cuando se dio cuenta no creía que su hija le hubiera escuchado pues ella debería estar centrada en su labor. Muchos creen que la meditación es sencilla, pero incluso puede llegar a ser más complicado que entrenar el cuerpo; después de todo, el mayor enemigo siempre reside dentro de nosotros mismos. Su hija estaría bien durante un rato más, sería momento de pasar a ver cómo le estaba yendo a alguna de sus otras alumnas.

Flotando sobre el pesado libro de hechizos, Marco se acerca hacia la joven Felicia que blandía su espada de media luna, con la cual parecía estar practicando algunos movimientos. Su baile era glácil y fluido, sus movimientos precisos y rápidos; al mismo tiempo salvajes y frenéticos, cargados con la fuerza de voluntad de la joven. La pequeña práctica se ve interrumpida cuando la joven Ghus nota a su maestro mirándola con un semblante algo serio y pensativo.

-"¿Sucede algo señor Díaz?"

-"He estado analizando tus movimientos, tienes talento y un buen dominio de la espada..."

-"¿Pero?"

-"Pero al verte siento que te falta algo."

-"..."

-"Has seguido mis instrucciones al pie de la letra y tu técnica ha ido mejorando poco a poco. Aún así no parece ser suficiente. Tienes velocidad y fuerza, aun así te falta el factor decisivo."

-"... Factor decisivo... Recuerdo que hace no mucho la joven Mariposa mencionó algo similar."

-"Si, no dudo que mi hermana menor se haya dado cuenta al verte, imagino que sintió lo mismo que yo siento al verte... Escucha Felicia, el problema se basa en tu habilidad."