Cap. 33: Guardia de Mewni.

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La oscuridad puede llegar a ser aterradora, el vacío y la nada absoluta hacen que la imaginación cree las más aterradoras pesadillas producto a la incertidumbre hacia lo desconocido que podría esconderse entre las sombras. Sin embargo, incluso la más negra y fría oscuridad podría llegar a ser relajante y acogedora, todo dependía únicamente de como sea percibida. La dama de largos cabellos castaños caminaba justamente por aquel abismo infinito, su paso era lento y derecho, siempre mirando hacia el frente, con total confianza y seguridad en su andar; allí en los recovecos más sombríos y profundos de su mente se encuentra aquello que más desconoce de sí misma; ese lugar que ha visitado tantas veces pero que aun así le resulta imposible de comprender. Un lugar siniestro, pero acogedor, un lugar inquietante pero al mismo tiempo atrayente, aquel sitio que rebosaba de un extraño matiz familiar; solo era el lugar más incomprendido y por ende, el que más curiosidad le causaba. ¿Cuántas veces habría visitado ese lugar en búsqueda de respuestas? Ya había perdido la cuenta.

Mientras caminaba entre aquella oscuridad, el vacío absoluto deja de ser vacío, millares de ojos se abren al mismo tiempo de manera repentina, todos observándole fijamente, distorsionando aquel espacio que temblaba y se agitaba ante aquellas presencias oculares. Al mismo tiempo voces que hablaban en un idioma ahora ya no tan inentendible como antes, susurraban y gritaban, aullaban y se expresaban de diferentes maneras, pero todas pareciendo decir lo mismo, una combinación de voces masculinas y femeninas que retumbaban como eco en el lugar, voces a las cuales la joven Díaz apenas les prestaba la mínima atención.

"Igh'mael na Akathop Rhat'gigt'ue
Sheba'thelh Parje'thelh Zhrogob'thelh"

-"No me interesa... Tal vez hace años sentía inquietudes con respecto a ustedes, al comienzo fue bastante desconcertante... Pero yo nunca les he temido, mucho menos ahora, sus insultos tampoco funcionarán para ganarse mi atención. Así que... Iknaaz"

Su voz distorsionó aquel espacio por completo, el sonido de las voces fue aplacado al instante mientras todas las miradas desaparecían y volvía a la oscuridad de la que habían venido. La calma regresó a ese inhóspito rincón mental mientras la dama continuaba su camino sin detenerse en ningún momento. Una sombra se materializa frente a ella haciendo que su paso sea cortado abruptamente, su silueta es informe e irreconocible, sus ojos completamente pálidos y se dibujaba una siniestra sonrisa algo perturbadora; era la primera vez que sucedía algo como eso. ¿Acaso era una ilusión? Sea como fuese, si estaba en aquel lugar, tampoco era nada para darle mucha importancia, así que continuó su camino a través de aquella sombra, atravesando su cuerpo el cual se esfumó como niebla al viento. Un par de pasos después, la dama escuchó un particular sonido que supo reconocer al momento. El suave y tenue tocar de un piano tocaba una de sus melodías favoritas: "A Nocturne for All", una tonada de la Tierra que una vez escuchó gracias a su tía Mariposa durante una reunión familiar hace unos años.

La joven abrió lentamente sus ojos, se encontraba levitando en medio de un océano, rodeada de unas aguas embravecidas y una poderosa tormenta que arreciaba sobre ella. Las olas de varios metros de altura que intentaban impactar contra se desviaban chocando contra una especie de campo invisible que rodeaba su cuerpo, el impacto vaporizaba al instante toda el agua del mar así como toda el agua de la lluvia torrencial que caía sobre ella, por lo que aquella dama se encontraba impecablemente seca en medio del caos de la naturaleza. Rayos de tormenta caían a su alrededor, algunos intentaban golpearla directamente y eran desviados nuevamente hacia los cielos de los que provenían, el fuerte viento mecía sus ropas y la bufanda que cubría sus labios alrededor de su cuello, arremolinándose a su alrededor como si ella misma fuera el epicentro de aquella tormenta; una tormenta que se habría formado de manera natural mientras ella practicaba su meditación, y luego la envolvería producto a la influencia que su propio cuerpo ejercía sobre el ambiente que le rodeaba. Bajo esas condiciones tan caóticas, el sonido leve del piano apenas se escuchaba, solamente gracias al refinado oído de aquella mujer sería posible, ella rebuscaría entre su ropa, de la cual sacaría un pequeño espejo de tapa, el cual era el causante de reproducir aquella melodía. Al abrir el espejo Alice confirmó lo que sospechaba, alguien le estaba llamando, y no pudo evitar sonreír un poco por debajo de su bufanda al ver el nombre de la persona en cuestión, así que no duda en tomar la llamada la cual muestra la imagen de un rostro conocido.

Alice vs las Fuerzas del CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora