Ser un individuo de energía pura, eterno ante el paso del tiempo, no significaba que no le gustara celebrar los momentos y fechas especiales de la familia. Este era el caso particular de Alice Díaz, la dama procuraba mantenerse libre de responsabilidades durante esas fechas especiales, en esta ocasión se trataba del aniversario de sus padres. Un portal se abriría en su habitación personal, sus ropas se veían algo dañadas, sucias y manchadas de un rojo carmesí como la sangre; dejando escapar un pesado suspiro, la dama cerró el portal a su espalda y retiró el negro estoque de su cintura depositándolo con mucho cuidado sobre su escritorio. Observando su propia apariencia tan desatendida, no puede evitar dejar escapar cierto comentario en voz baja.
-"... Seguro que la señora Eclipsa me diría algo relacionado con cuidar mi apariencia como mujer."
No tardó mucho más en encogerse de hombros y rasgar un pedazo de su vestido que aún no se encontraba manchado de sangre, con la tela en sus manos limpiaría con sumo cuidado y mimo su estoque. Unos minutos después su arma se encontraba reluciente y lista para un nuevo combate, dejaría caer el retazo de tela al suelo sin mucha importancia y luego observaría el reloj en su habitación. Era todavía demasiado temprano, supongo que eso le haría aprovechar un poco más el tiempo; se dirigiría a su vestidor para cambiar y desechar su atuendo actual, en otra ocasión fabricaría uno nuevo. Esta vez vestía con botas negras de tacón, como era un día especial decidió usar algo menos salvaje de lo usual por lo que vistió con un pantalón de mezclilla rojo y una blusa negra que dejaba al descubierto sus hombros; se trataba de unas prendas pertenecientes a un conjunto de ropas terrestres modificadas que su querida sobrina le regaló hace un tiempo atrás, generalmente esas ropas tan casuales solo las usaba durante sus visitas a la Tierra.
Estirando un poco su cuerpo, la dama tomaría la daga dimensional que guardaba en su anterior atuendo para luego recoger su cabello suelto creando una larga cola de caballo, en cuyo nudo dejaría reposar su preciada arma. Aprovechando la temprana hora, saldría de su habitación hacia la cocina, sus padres todavía estarían dormidos, por ende aprovecharía para prepararles un desayuno. Al abrir la nevera lo primero que nota es que esta se encuentra relativamente vacía, supuso que su padre había olvidado reabastecerla, no había problema, igualmente podría realizar un buen desayuno con los elementos existentes. El aceite se calentaba al fuego mientras la dama cortaba una particular verdura de mediano tamaño en pequeñas lascas, cada corte hacía que desprendiera jugos morados que ella recolectaba con su poder espacial haciendo que dichos jugos flotaran hacia una botella vacía con mucha precisión para no desperdiciar ni una sola gota; acto seguido dejaría las lascas de verdura reposar mientras lentamente adquirían un color más rojizo. Tomando unos peculiares huevos de color negro, cascaría con suavidad su cascarón y los colocaría en un plato donde luego les dejaría caer una fina lluvia de sal y polvo de ajo traídos desde la Tierra; tras condimentar dejaría caer suavemente el huevo en el aceite, su clara comenzaría a adoptar peculiares colores oscuros mientras su yema se ennegrecía lentamente.
Mientras el huevo llegaba a su punto, lo cual tardaría unos minutos, la dama tomaba un pedazo de carne sustancioso y lo picaría en pedazos mucho más pequeños y finos llenando así un bol entero de un metal particular. Su mano izquierda se prendería entonces en una intensa llama, colocando sobre ella aquel bol mientras lo agitaba continuamente con su mano derecha, podía ver como aquellos pedazos de carne que saltaban con el movimiento y eran atrapados nuevamente en el recipiente se cocinaban lentamente adquiriendo un color un poco más tostado y desprendiendo aquel particular olor a tocino. Cuando la carne adquirió el color adecuado a sus ojos, apagó la llama en su mano izquierda y dejó reposar el bol, tomó uno de los pequeños trozos de carne y lo probó para asegurarse de que eran adecuados, su paladar le confirmó que habían alcanzado el punto perfecto. Retiró los huevos que ahora habían adquirido un color negro, pero parecían tener una textura suave y crujiente en los bordes de su clara, todo se veía perfecto, justo como les gustaba a sus padres. Tomó aquellas lascas cortadas de verdura, las cuales ahora poseían un color carmesí y una textura crujiente similar a la del pan tostado, serviría las rebanadas en dos platos diferentes para luego untarlas en una rara miel de mil años de tonos azulados, obtenida de la dimensión D-705 de las criaturas conocidas como Abejas Celestiales.
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Alice vs las Fuerzas del Cosmos
Misteri / Thriller¿Qué decisión tomarías si tuvieras las puertas abiertas a todas las opciones disponibles? Sin lugar a dudas no sabrías que camino elegir, el cómo sostener las riendas de tu vida. Esta es la historia y vida de Alice Díaz, hija de dos de los individuo...