Cap. 46: Regresando al Origen.

14 2 0
                                    

La brisa nocturna acariciaba una pálida llanura, bañada por aquellos rayos pálidos de las cuatro lunas que dominaban los cielos, frío pero al mismo tiempo refrescante movía la hierba haciéndola bailar sutilmente en aquella tranquilidad. Un fuerte aullido interrumpiría la calma del lugar, entonces moviéndose velozmente entre la hierba, como una sombra zigzagueante que parecía perseguir a su presa, se encontraba una criatura de enormes proporciones.

Cuadrúpeda, de pelaje gris oscuro que a su vez parecía confundirse con aquella maleza pálida. Sus patas eran musculosas pero le ofrecían una agilidad tan desorbitante que era difícil de creer, por si fuera poco su fuerza le permitía sobreponerse con facilidad a muchas de las criaturas de aquella peculiar dimensión; no era de extrañar que al combinar ambos elementos, aquella bestia se viera en los escalones más altos del mundo que habitaba. Sus afiladas garras le permitían desgarrar la gruesa piel de sus habituales presas mientras sus poderosos colmillos que sobresalían de su fuerte mandíbula eran capaces de triturar huesos e incluso metales duros con facilidad. Grandes orejas puntiagudas capaces de escuchar a largas distancias, un olfato desarrollado que le permitía rastrear aquello que su paladar desease en el momento. Su espina dorsal sobresalía por su espalda dándole una apariencia aterradora y bastante intimidante, espina que culminaba en una larga y afilada cola que era capaz de cortar como si se tratara de una espada.

Su presa se encontraba huyendo, escapando aparentemente por su vida, se trataba de una pequeña niña de peculiar aspecto, por su estatura y joven apariencia se podría pensar que debería tener alrededor de unos ocho años. Morena piel que le hacía resaltar un poco entre aquella pálida oscuridad, cabello castaño y largo hasta su cintura que formaba un peculiar flequillo que cubría su ojo izquierdo, mientras mostraba un pequeño lunar en su mejilla bajo su ojo derecho. Dos cuernos de mediano tamaño se veían en su cabeza, sus puntas más redondas parecían indicar que aún se encontraban en desarrollo. Vestía con un raro atuendo de telas grises y marrones, fabricado desordenadamente pero que al parecer cumplía más con un objeto más funcional que estético. La piel de la pequeña emitía constantemente pequeñas brasas que parecían crear la ilusión de que se encontraba quemando constantemente, sin embargo no era el caso pues poseía una alta resistencia y casi inmunidad al fuego. Se trataba de una joven Alice Díaz, quien a pesar de estar "escapando" de un furioso y hambriento depredador, esta parecía encontrarse muy serena y tranquila mientras se movía entre la maleza.

Su huida le lleva a un punto concreto, lo suficientemente descampado y apartado como para que nada ni nadie intervenga sorpresivamente entre aquella pálida oscuridad. La pequeña se detiene de golpe girando con el fin de encarar a su perseguidor que gruñe y babea con hambre sin apartar la mirada del pequeño bocadillo; no tarda en atacar sin embargo Alice se mueve rápidamente evitando el golpe y contraatacando golpeando con sus puños la gruesa piel de la criatura; sin darle tiempo a defenderse o reaccionar, le golpea directamente con su rodilla provocándole posibles fracturas internas en las costillas a la bestia quien chilla de dolor. Su puño golpea nuevamente, esta vez como un poderoso mazo directo en el cráneo del monstruo seguido de un segundo golpe en la misma zona que esta vez le haría desprender algunos colmillos que se fracturarían con relativa facilidad. La sangre escapaba del cuerpo de la criatura quien aún no asimilaba lo que estaba sucediendo, la pequeña jovencita remató a la bestia levantando su pierna unos perfectos ciento ochenta grados para luego dejarla caer en forma de un fuerte golpe directo en el cuello de la bestia, rompiendo su clavícula y matándola al instante.

La joven Alice dejó escapar un pesado suspiro mientras estiraba un poco su cuerpo, se movía como si estuviese haciendo pequeños calentamientos golpeando al aire para luego observar fijamente sus puños.

-"... Todavía no son tan fuertes como los de madre."

Murmuró estirando así sus articulaciones aún más, se sentía ágil y fuerte, sentía que en esos momentos podría derrotar a cualquiera. Sin embargo sus amados padres siempre le decían que la violencia injustificada no está bien, además sus padres eran mucho más fuertes y si algún día quería llegar a ser tan fuerte e inteligente como ellos, debía entrenarse más, debía afinar sus músculos, pero sobre todo su mente que era lo más importante según su padre, aunque ello le pareciera aburrido y algo tedioso. Le gustaba mucho salir y corre libremente, luchar contra todo tipo de criaturas aterradoras y desconocidas, pero eso de practicar la meditación no era su punto fuerte.

Alice vs las Fuerzas del CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora