Cap. 9: Reunión Escolar.

67 10 1
                                    

Santuario, aquella escuela ubicada en Mewni cuyo objetivo principal es educar a jóvenes capacitados para el uso de la magia y hacer florecer sus talentos naturales, se supone que cualquier que se encuentre mínimamente capacitado puede entrar a estudiar en la institución sin importar su aspecto, género o procedencia. Sin embargo justamente esta libertad ha generado un pequeño sistema de clases dentro de la propia institución, en todos los lugares siempre habrá personas presumidas que buscan ridiculizar a los demás mientras hacen gala de sus grandiosas habilidades. Al mismo tiempo siempre habrá individuos humildes que solo buscan encontrar oportunidades en sus vidas para encontrar la felicidad sin interponerse en el camino de los demás. Teniendo en cuenta esto, hay una clara marginación de los grupos de poder hacia aquellos que no poseen tanto, grupos que también se aprovechan de su estatus como príncipes o princesas para obtener el control que buscan.

Desafortunadamente para ellos, Santuario nunca fue muy permisivo con ese tipo de conductas poco éticas, la propia directora siempre ha sabido muy bien que la nobleza va más allá del título o la sangre; y como tal, siempre tuvo claro el tipo de escuela que quería crear. A pesar de esto mellar esas diferencias en esos estudiantes problemáticos nunca había sido tarea fácil, especialmente si el problema viene desde el hogar y la crianza que esos jóvenes tuvieron desde pequeños; básicamente buscaba romper barreras y estereotipos, y aunque había conseguido logros en ello obteniendo grandes cambios en la mentalidad de muchos jóvenes, siempre habían algunos que se resistían fervientemente al cambio.

En uno de los pasillos de la escuela, un conflicto se estaba llevando a cabo, un grupo de tres chicos molestaban a un estudiante. ¿Su justificación? Diferencias sociales, prácticamente parecía la típica escena de unos bravucones intentando molestar al eslabón débil de la cadena alimenticia en la escuela. El cabecilla se veía como un humano fisiológicamente, sin embargo su piel era blanquecina y su cabello azul oscuro del cual salía un único cuerno en su frente; sus dos matones que le acompañaban tenían una apariencia similar, pero uno de ellos era rubio y el otro de cabellos rojos mientras sus ropas se veían menos ostentosas. La desafortunada víctima era un chico que se asemejaba a un lagarto, las escamas que cubrían su cuerpo eran rojizas.

-"... ¿Qué no tienes idea de quién soy tarado? ¡Soy el futuro heredero de la casa real de Veladiceps! Los plebeyos como tu deben de sentirse agradecidos de ser un escalón más que me llevará a la grandeza."

-"P-Por favor Marcus... Prometo que para la próxima vez tendré tus tareas terminadas a tiempo..."

-"¡¿Cuántas veces tengo que decir que soy Lord Veladiceps maldita lagartija de clase baja?! No uses mi nombre como si estuvieras a mi nivel. Parece que mis chicos tendrán que enseñarte una lección, otra vez."

El joven de azules cabellos chaquea sus dedos, sus dos matones sostienen al chico mientras el comienza a generar una bola de fuego en sus manos que pretende lanzar sin ningún tipo de piedad. Al ver esto el joven reptil intenta escapar desesperadamente, pero sus captores son demasiado fuertes y lo tienen inmovilizado con lo que parecía ser una magia de atadura, no era la primera vez que le sucedía algo así, pero esta vez tenía el presentimiento que el golpe sería mucho más fuerte que las demás veces.

-"Yo que tú me detendría justo en este preciso momento Marcus."

El joven y presumido príncipe se voltea un poco disgustado al escuchar que alguien más se dirigió a él directamente por su nombre, sostiene la esfera de fuego en su mano mientras sonríe al ver de quien había sido aquella voz que se había atrevido a molestarlo en medio de su diversión. Se trataba de Felicia Ghus, una de las pocas estudiantes que se encontraba en su mismo nivel en lo que a fuerza se refiere, sin embargo existía cierta rivalidad entre ambos debido a la diferencia entre clases sociales. Veía que venía acompañada de otras tres chicas, a dos de ellas las reconoció al instante, a la tercera le sonaba su rostro pero no recordaba de donde lo había visto, aunque esta última se veía inexpresiva. Sin darle importancia, el joven príncipe no podía dejar pasar la oportunidad de saludar, de una manera peculiar valga la redundancia.

Alice vs las Fuerzas del CosmosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora